(ZENIT – Roma).- En la tarde de este sábado, el santo padre Francisco concluyó la segunda y última jornada del viaje apostólico a Georgia, visitando un centro de asistencia de los camilianos, quienes llegaron en 1998 invitados por san Juan Pablo II, que con motivo de su viaje apostólico les confió la construcción de una clínica en Temka, periferia de Tiflis.
El Papa les recordó a los operadores, que la actividad que realizan es un camino de colaboración fraterna entre los cristianos y fieles de diversos ritos, testimonio de comunión y promoción del camino de la unidad.
En el patio de la institución amenizó la visita unas coreografías de folclor georgiano, en la cual participaron jóvenes, niños y también personas en silla de ruedas. Y con una liberación de palomas blancas.
A continuación el texto completo
Queridos hermanos y hermanas Os saludo con afecto y me complace encontrarme con vosotros, que trabajáis en el ámbito de la caridad aquí en Georgia, y que con vuestra solicitud expresáis de manera elocuente el amor al prójimo, distintivo de los discípulos de Cristo.
Agradezco al P. Zurab las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Vosotros representáis a los diversos centros caritativos del País: Institutos religiosos masculinos y femeninos, Caritas, Asociaciones eclesiásticas y otras organizaciones y grupos de voluntariado. A cada uno expreso mi gratitud por el generoso compromiso al servicio de los más necesitados.
Vuestra actividad es un camino de colaboración fraterna entre los cristianos de este País y entre los fieles de diversos ritos. Este encuentro bajo el signo de la caridad evangélica es testimonio de comunión y promueve el camino de la unidad. Os animo a continuar por esta senda exigente y fecunda: las personas pobres y débiles son la «carne de Cristo» que interpela a los cristianos de cualquier confesión, que los mueve a obrar sin intereses personales, siguiendo únicamente el impulso del Espíritu Santo.
Dirijo un saludo especial a los ancianos, a los enfermos, a cuantos sufren y a las personas atendidas en las diversas obras de caridad. Me alegra estar un momento con vosotros y animaros: Dios nunca os abandona, siempre está cerca, pronto a escucharos, a daros fortaleza en los momentos de dificultad. Vosotros sois los predilectos de Jesús, que quiso identificarse con las personas que sufren, sufriendo él mismo en su pasión.
Las iniciativas caritativas son el fruto maduro de una Iglesia que sirve, que ofrece esperanza y manifiesta la misericordia de Dios. Por lo tanto, queridos hermanos y hermanas, tenéis una misión muy grande. Continuad viviendo la caridad en la Iglesia y manifestándola en toda la sociedad, con el entusiasmo del amor que viene de Dios. Que la Virgen María, icono del amor gratuito, os guíe y proteja. Que os sostenga también la bendición del Señor que invoco de corazón sobre todos vosotros.
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