(RV).- «¡Que por intercesión de la Virgen y de san José, la contemplación del misterio de la Navidad nos ayude a recibir a Jesús en nuestra vida, y podamos ser humildes colaboradores en la venida de su Reino, Reino de amor, de justicia y de paz!
¡Feliz Navidad, llena de esperanza para todos!»
Con este deseo del Papa Francisco – que escuchamos con su misma voz y que pronunció en español, en su audiencia general de la cuarta semana de Adviento – nos preparamos al Nacimiento del Niño Dios en la Nochebuena, en la que un año más, el Obispo de Roma celebra la tradicional Santa Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor, transmitida en mundovisión, al igual que su Mensaje navideño y su Bendición Urbi et Orbi de la Navidad 2016.
Compartiendo algunos momentos de esta semana con el Santo Padre, recordamos sus dos llamamientos – en los que invitó a rezar para que «el diálogo en la República Democrática del Congo se desarrolle con serenidad, para evitar todo tipo de violencia y por el bien del país», como dijo el IV Domingo de Adviento.
Apremiante llamamiento que el Obispo de Roma quiso renovar también en su audiencia general, dirigiéndose «a todos los congoleños», en especial a la conciencia de los responsables políticos, para que: «sean artífices de paz y reconciliación».
Con su invitación a todos a «dejarse guiar por la luz del Redentor del mundo» el Papa Francisco aseguró su oración con el anhelo de que «la Navidad del Señor abra caminos de esperanza».
Tratemos de encontrar un momento para detenernos, para estar un poco en silencio, fue la exhortación del Sucesor de Pedro en la cita mariana dominical para el rezo del Ángelus, alentando a imaginar a la Virgen y a San José mientras van a Belén: el camino, la fatiga, pero también la alegría, la conmoción, y luego su ansiedad por encontrar un lugar, su preocupación…, y así sucesivamente.
En esto nos ayuda mucho el Pesebre, subrayó, animando a «entrar en la verdadera Navidad, la de Jesús, que se acerca – el Dios con nosotros, cercano a nosotros – para recibir la gracia de esta fiesta, que es una gracia de cercanía, de amor, de humildad y de ternura.
Reflexionando sobre la liturgia del IV domingo de Adviento, el Obispo de Roma señaló que María y José fueron las dos personas que más que nadie se dejaron abrazar por el misterio de amor, de cercanía de Dios a la humanidad.
«María es modelo y nos sostiene en nuestro buscar a Dios», «en dejar que Dios se acerque a nosotros y en nuestro compromiso en construir la civilización del amor», hizo hincapié el Papa, para luego recordar que «San José, humilde y justo, nos enseña a confiar en Dios y a dejarnos guiar por Él con voluntaria obediencia».
El Santo Padre deseó que «este anuncio de esperanza, que se cumple en la Navidad, se cumpla también en cada uno de nosotros, en toda la Iglesia, y en tantos pequeños que el mundo desprecia, pero que Dios ama y a los que Dios se acerca».
(CdM – RV)
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