Redacción ZENIT
(ZENIT Noticias / Washington, 27.09.2021).- La Cámara de Representantes votó el viernes 24 de septiembre para aprobar la Ley de Protección de la Salud de la Mujer HR 3755. Ese proyecto de ley impone el aborto a pedido en todo el país en cualquier etapa del embarazo a través de un estatuto federal y elimina las leyes pro-vida en todos los niveles de gobierno. Esto incluye el no notificar a los padres de las niñas menores de edad y las protecciones de salud o seguridad específicas de las instalaciones de aborto. HR 3755 también obliga a todos los estadounidenses a apoyar los abortos aquí y en el extranjero con el dinero de sus impuestos y también obliga a los proveedores de atención médica y profesionales a realizar, ayudar y/o recomendar el aborto en contra de sus creencias profundamente arraigadas, así como forzar empleadores y aseguradoras para cubrir o pagar el aborto.
Mons. Joseph Naumann, arzobispo de Kansas City y presidente del Comité de Actividades Pro-Vida de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, declaró lo siguiente: “Con un nombre engañoso, este proyecto de ley es el proyecto de ley a favor del aborto más extremo que jamás haya visto nuestra nación. La HR 3755 no trata sobre la salud de las mujeres, sino sobre la eliminación de todas y cada una de las protecciones para los niños por nacer, incluidas las niñas. Conduciría a la destrucción deliberada de millones de vidas por nacer, dejando a innumerables mujeres con cicatrices físicas, emocionales y espirituales”.
Y añade: “Este proyecto de ley asume que el aborto puede ser la única o la mejor solución a un embarazo en crisis. La ley HR 3755 se basa en una narrativa falsa y desesperada. Al tratar el aborto como el equivalente moral a la eliminación de un apéndice, esta propuesta está radicalmente fuera de sintonía con los estadounidenses. Como nación construida sobre el reconocimiento de que todo ser humano está dotado por su Creador de los derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, este proyecto de ley es una completa injusticia. El Congreso debe adoptar una política pública que respete los derechos de las madres, sus hijos y la conciencia de todos los estadounidenses, no promover una política radical de ‘aborto a pedido hasta el nacimiento’ que está completamente fuera de sintonía con los principios de nuestro país».
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