Por: Lym Kim
(ZENIT Noticias / Hong Kong, 20.09.2021).- Wuhan es ya mundialmente conocida por ser la ciudad donde comenzó la pandemia que se ha cobrado miles de vidas humanas. Es poco sabido, sin embargo, que desde hace 14 años Wuhan es la sede de una diócesis católica que no tenía obispo. Esa situación llegó a su fin con la ordenación episcopal del franciscano Francesco Cui Qingqi. No es cualquier ordenación episcopal ni nombramiento cualquiera.
Desde hace años la Iglesia Católica en China padece serias restricciones de libertad religiosa: el gobierno comunista controla no sólo a esta confesión sino en general a todas las religiones pasándolas a hacer depender del gobierno central, quien impone qué se puede y qué no se puede hacer, incluso en el régimen interno de las mismas e incluso sobre lo que se puede o no creer.
Desde hace pocos años la Santa Sede llegó a acuerdos con el gobierno comunistas de Pekín alcanzando avances sobre la designación de obispos con aprobación de ambas partes. El caso de Mons. Cui Qingqi se coloca en este horizonte.
Nombrado por el Papa el 23 de junio de 2021 para pastorear la diócesis de Hankou/Wuhan, mons. Cui Qingqi fue ordenado obispo el 8 de septiembre convirtiéndose así en el sexto obispo nombrado y ordenado bajo el cuadro normativo del Acuerdo provisorio sobre el nombramiento de obispos en China.
El nuevo obispo llega con experiencia a este cargo pues desde 2012 era el administrador apostólico de la diócesis y subsecretario de la Conferencia Episcopal China, desde 2016, bajo control del gobierno comunista. Antes del ahora obispo, el administrador apostólico, el padre Shen Guoan, fue obligado a dimitir por ser considerado no leal con el gobierno chino.
El padre Shen Guoan fue obligado a renunciar porque era muy poco leal a Beijing. Desde 2016 ya ocupaba además el cargo de subsecretario de la Conferencia Episcopal China, organismo igualmente controlado por el Partido.
Publicar un comentario