Redacción ZENIT
“No calumnies a Junípero Serra” es la traducción del artículo aparecido en las páginas del conocido periódico estadounidense The Wall Street Journal y en el que los obispos de las dos diócesis más grandes de California contestan la legislación tendenciosa y falsa que afectará el reemplazo de la estatua de san Junípero Serra en el Capitolio del Estado de California. Por su interés, actualidad y valor ofrecemos una traducción al castellano de ese artículo.
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No calumnies a Junípero Serra
Mons. Salvatore J. Cordileone y Mons. José H. Gómez*
Los legisladores de California han aprobado una legislación para reemplazar una estatua de San Junípero Serra que está en el Capitolio de Sacramento con un nuevo monumento en honor a los pueblos nativos del estado. Un grupo de manifestantes derribó la estatua en julio de 2020 y ésta ha permanecido almacenada desde entonces.
Serra, un humilde sacerdote franciscano del siglo XVIII, hubiera seguramente aprobado el hecho de que se erigiera un nuevo monumento para honrar a los indígenas californianos a cuyo servicio él dedicó su vida. Desafortunadamente, la legislatura ha ido más allá, difamando su nombre y promoviendo una narrativa falsa sobre la historia del estado.
“La esclavitud de adultos y de niños, la mutilación, el genocidio y la agresión contra las mujeres formaron, todos ellos, parte del período misionero iniciado y supervisado por el padre Serra”, declara el proyecto de ley 338 de la Asamblea, que fue aprobado por ambas cámaras, con amplios márgenes, y que ahora espera la aprobación del gobernador Gavin Newsom. Nada de eso es cierto.
Aunque hay mucho qué criticar sobre este período, ningún historiador serio ha hecho jamás afirmaciones tan escandalosas sobre Serra o sobre las misiones, es decir, sobre esa red de 21 comunidades que los franciscanos establecieron a lo largo de la costa de California para evangelizar a los pueblos nativos. Los legisladores que están detrás de ese proyecto de ley tomaron sus ideas de un solo y tendencioso libro, escrito por el periodista Elías Castillo.
Como líderes de las dos comunidades católicas más grandes del estado, nosotros servimos a miles de californianos nativos cuya fe data de aquellos antecesores que ayudaron a edificar las misiones. Entendemos la amarga historia de la explotación de los nativos. Pero la historia puede ser complicada y los hechos tienen importancia.
En la historia más reconocida sobre el tema, “Junípero Serra: California, los indios y la transformación de un misionero”, los académicos de la Universidad de Santa Clara, Robert Senkewicz y Rose Marie Beebe, señalan los profundos malentendidos culturales que acarrearon un trato cruel hacia algunos de los nativos que vivían en las misiones, pero nada que se parezca a lo que afirma la legislatura.
Serra era un personaje complejo, pero defendió la humanidad de los nativos, denunció el abuso de las mujeres indígenas y abogó contra la imposición de la pena de muerte a los nativos que incendiaron una misión y asesinaron a uno de sus amigos.
Con 60 años de edad y padeciendo de mala salud y de un dolor crónico en la pierna, Serra recorrió 2,000 millas, camino a la Ciudad de México, con el fin de exigir que las autoridades adoptaran una declaración de derechos a favor de los nativos, que él había escrito. Como dijo el Papa Francisco al canonizarlo en 2015, Serra no es solamente el primer santo hispano del país, sino que debería ser considerado como “uno de los padres fundadores de Estados Unidos”.
El Sr. Newsom conoce suficientemente bien la historia de California como para saber que las afirmaciones de la legislatura en contra Serra no son verídicas. En 2019, él se disculpó por la historia de injusticia del estado contra los pueblos nativos, reconociendo que fue el primer gobernador de California, Peter Burnett, quien lanzó lo que Burnett llamaría “una guerra de exterminación”.
Eso fue en 1851. Serra murió en 1784. La verdad es que la destrucción de los pueblos nativos del estado ocurrió mucho después de que Serra se hubiera ido y de que el gobierno hubiera tomado las riendas de muchas de las misiones.
La forma en la que elegimos recordar el pasado moldea el tipo de personas que esperamos ser en el futuro. No podemos pensar en un mejor símbolo para este estado multiétnico, comprometido con la dignidad humana y con la igualdad, que colocar dos estatuas en el Capitolio de California, una que celebre la herencia viva de los pueblos indígenas del estado y otra que refleje la fe y el liderazgo de su defensor, San Junípero. Serra.
* Mons. Cordileone es arzobispo de San Francisco, California, y Mons. José Gómez es arzobispo de Los Ángeles. Artículo originalmente publicado en inglés en la edición estadounidense del Wall Street Journal.
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