En esta misa, concelebrada con el Cardenal Zenon Grocholewski, participó un grupo de colaboradores de la Congregación para la educación católica y otro de colaboradores de los Museos Vaticanos.
La oración no es magia, sino encomendarse al abrazo del Padre. Francisco centró su homilÃa en la oración del Padrenuestro que Jesús enseñó a los discÃpulos, tal como lo narra el Evangelio de hoy. Y dijo que Jesús nos da inmediatamente un consejo en la oración, a saber, âno derrochar palabras, no hacer rumorâ, âel rumor de carácter mundano, los rumores de la vanidadâ. Y advirtió que la âoración no es una cosa mágica, no se hace magia con la oraciónâ.
Alguien, prosiguió diciendo el Obispo de Roma, me dice que cuando uno va a ver a un âbrujoâ éste le dice tantas palabras para curarlo. Pero ese es un âpaganoâ. A nosotros, Jesús nos enseña que âno debemos ir a Ãl con tantas palabrasâ, porque âÃl sabe todoâ. Y añadió: la primera palabra es âPadreâ, ésta âes la clave de la oraciónâ. âSin decir, sin sentir esta palabra â advirtió el PontÃfice â no se puede rezarâ:
â¿A quién rezo? ¿A Dios Omnipotente? Demasiado lejano. Ah, esto yo no lo siento. Ni siquiera Jesús lo sentÃa. ¿A quién rezo? ¿Al Dios cósmico? Un poco habitual, en estos dÃas, ¿no?... rezar al Dios cósmico, ¿no? Esta modalidad politeÃsta que llega con esta cultura âLightâ⦠¡Tú debes rezar al Padre! Padre es una palabra fuerte. Tú debes rezar al que te ha generado, al que te ha dado la vida. No a todos: a todos es demasiado anónimo. A ti. A mÃ. Y también al que te acompaña en tu camino: al que conoce toda tu vida. Todo: aquel que es bueno, aquel que no es tan bueno. Conoce todo. Si nosotros no comenzamos la oración con esta palabra, no dicha por los labios, sino dicha de corazón, no podemos rezar âenâ cristianoâ.
âPadre, reafirmó el Papa, es una palabra fuerteâ pero âabre las puertasâ. En el momento del sacrificio, dijo el Papa, Isaac se da cuenta de que âalgo no ibaâ, porque âfaltaba la ovejitaâ, pero se fÃa de su padre y âsu preocupaciónâ la âdejó en el corazón de su padreâ. Y añadió: âPadreâ es la palabra que ha pensado decir âaquel hijoâ que se fue con la herencia ây después querÃa volver a su casaâ. Y aquel padre âlo ve llegar y sale corriendo a su encuentroâ, âse le tira al cuelloâ, âpara caer sobre él con amorâ. âPadre, he pecadoâ: es ésta, reafirmó Francisco, âla clave de toda oración, sentirse amados por un Padreâ:
âTenemos un Padre. CercanÃsimo, ¡eh!, que nos abraza⦠Todos estos afanes, todas estas preocupaciones que nosotros podemos tener, dejémoselos al Padre: Ãl sabe de qué cosa tenemos necesidad. Pero, Padre, ¿qué? ¿Padre mÃo? No: ¡Padre nuestro! Porque yo no soy hijo único, ninguno de nosotros, y si yo no puedo ser hermano, difÃcilmente podré llegar a ser hijo de este Padre, porque es un Padre de todos. MÃo, seguramente, pero también de los demás, de mis hermanos. Y si yo no estoy en paz con mis hermanos, no puedo decirle âPadreâ a Ãlâ.
De este modo, añadió el Papa, se explica el hecho de Jesús, después de habernos enseñado el Padrenuestro, subraye que se nosotros no perdonamos a los demás, ni siquiera el Padre perdonará nuestras culpas. âEs tan difÃcil perdonar a los demás âconstató Francisco â es verdaderamente difÃcil, porque nosotros siempre tenemos ese pesar dentroâ. Pensemos: âMe la hiciste, espera un poco⦠para volver a darle el favor que me habÃa hechoâ:
âEh no, no se pude rezar con enemigos en el corazón, con hermanos y enemigos en el corazón: no se puede rezar. Esto es difÃcil: sÃ, es difÃcil, no es fácil. âPadre, yo no pudo decir Padre, no me saleâ. Es verdad: esto yo lo entiendo. âNo puedo decir nuestro, porque este me ha hecho esto, y aquello y⦠¡no se puede!â âEstos deben ir al infierno, ¿no?, ¡no son de los mÃos!â. Es verdad, no es fácil. Pero Jesús nos ha prometido al EspÃritu Santo: es Ãl quien nos enseña, desde dentro, del corazón, como decir âPadreâ y como decir ânuestroâ. Pidamos hoy al EspÃritu Santo que nos enseñe a decir âPadreâ y a decir ânuestroâ, haciendo la paz con todos nuestros enemigosâ.
(MarÃa Fernanda Bernasconi â RV).
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