«Les pido que hagan todo lo posible para aliviar las graves necesidades de las poblaciones golpeadas, en especial las sirias. La gente de la amada Siria, los prófugos, los refugiados cada vez más numerosos. Precisamente san Ignacio de AntioquÃa pedÃa a los cristianos de Roma: ârecuerden en su oración a la Iglesia de Siria... Jesucristo velará sobre ella y vuestra caridadâ (Carta a los Romanos IX, I) También yo les repito esto: ârecuerden en su oración a la Iglesia de Siriaâ... Jesucristo velará sobre ella y vuestra caridadâ. Al Señor de la vida le encomiendo las innumerables vÃctimas e imploro a la SantÃsima Madre de Dios para que consuele a cuantos están en la âgran tribulaciónâ (Ap 7, 14). ¡Es verdad, ésta es una gran tribulación!»
«La presencia de los Patriarcas de AlejandrÃa de los Coptos y de Babilonia de los Caldeos, asà como de los representantes pontificios en Tierra Santa y Siria, del obispo auxiliar del Patriarca de Jerusalén y del Custodio de Tierra Santa me lleva con el corazón a los Santos Lugares de nuestra redención», señaló el Papa:
«Crece en mà la gran preocupación eclesial por la condición de tantos hermanos y hermanas que viven en una situación de inseguridad y de violencia que parece no tener fin y no se detiene ni siquiera ante a los inocentes y los más débiles. A nosotros, los creyentes se nos pide la oración constante y confiada, para que el Señor conceda la anhelada unidad, el compartir y la solidaridad concreta»
El Papa Francisco expresó su profunda gratitud «por la fidelidad a Cristo, al Evangelio y a la Iglesia de que los orientales católicos han dado prueba a lo largo de los siglos haciendo frente a cualquier fatiga por el nombre cristiano y conservando la fe... Como mis predecesores â dijo los aliento y los sostengo en el ejercicio de la caridad que es el único motivo de orgullo de los discÃpulos de Jesús».
«Deseo alentarlos y sostenerlos en el ejercicio de la caridad. Esta caridad brota del amor de Dios en Cristo: la Cruz es su culmen, signo luminoso de la misericordia y de la caridad de Dios hacia todos, que ha sido derramada en nuestros corazones por medio del EspÃritu Santo (cfr. Rom 5, 5)».
El Santo Padre reiteró su exhortación a la caridad y la fe, afianzadas en la oración y la EucaristÃa:
«Estos proyectos deben ser signo de aquella profesión del amor de Dios que constituye la identidad cristiana. La Iglesia es de Dios, tiene confianza en su presencia y en su acción, y trae al mundo el poder de Dios que es el del amor».
(CdM -RV)
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