jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- (Con audio) Todos los superiores tienen consultores. En las mismas constituciones de la Compañía de Jesús escritas por san Ignacio de Loyola y aprobadas por el Papa Pablo III en 1540, está previsto que todos los superiores de las comunidades jesuitas tienen “consultores”.
De ahí que a los jesuitas no nos resultara extraño que Francisco eligiera un grupo de cardenales para ayudarlo.
Pero el mismo Papa explica que: “Entre las sugerencias de las Congregaciones Generales de cardenales que precedieron el Cónclave, figuraba la de la conveniencia de instituir un restringido grupo de miembros del Episcopado, procedentes de diversas partes del mundo, que el Santo Padre pudiera consultar, singularmente o de forma colectiva, sobre cuestiones particulares”, para afirmar a continuación, que tal iniciativa representa “una notable ayuda para cumplir el ministerio pastoral de Sucesor de Pedro que los hermanos cardenales me confiaron”. Y que es por esta razón que anunció en mayo la constitución del mencionado grupo, que este 28 de setiembre instituyó formalmente como “un ‘Consejo de Cardenales’, con la tarea de ayudarme en el gobierno de la Iglesia universal y de estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana.”
Por esto, la decisión tan importante, va más allá de la experiencia de Bergoglio como superior jesuita. Se inserta en el corazón mismo del modo de proceder de la Iglesia, sobre todo si tomamos en serio el Concilio Vaticano II. De ahí que el vicario de Cristo dice que “Dicho Consejo… será una expresión más de la comunión episcopal y del auxilio al munus petrinum que el Episcopado esparcido por el mundo puede ofrecer”.
Por otra parte, entiendo que hay que tener muy en cuenta que se trata de un consejo de carácter absolutamente consultivo, y que las reuniones de este consejo no implican obligadamente decisiones que el Papa tomará durante o inmediatamente después de estos encuentros.
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