(RV).- En la Audiencia General del último miércoles de agosto, el Papa Francisco impartió su catequesis reflexionando a partir del pasaje bíblico de Mateo que narra el episodio de la mujer que sufría pérdidas de sangre, una enfermedad que según la cultura del tiempo la hacía impura, y por la que debía evitar todo contacto humano.
"Queridos hermanos y hermanas: Como hemos escuchado en el Evangelio, una mujer que sufría flujos de sangre se abrió paso entre la multitud para tocar el borde del manto de Jesús. Estaba convencida de que Jesús era el único que podía liberarla de su enfermedad y de la marginación que sufría desde hacía bastante tiempo. Cuando la mujer tocó el manto, Jesús se volvió hacia ella y la miró con ternura y misericordia", dijo en la catequesis que impartió en español. El pontífice precisó que se trató de "un encuentro personal y de acogida, en el que Jesús alabó su fe sólida, capaz de superar cualquier obstáculo y adversidad".
Al destacar la valentía y la fe de esta mujer, que alcanzó a Jesús desafiando las prescripciones que establecía la ley de Moisés, también "con un poco de astucia", Francisco quiso indicar una reflexión, acerca de cómo la mujer es a menudo, percibida y representada, indicando que con esta narración todos somos puestos en guardia , inclusive las comunidades cristianas, de visiones de la femineidad afectadas por prejuicios y sospechas, perjudiciales para su dignidad inviolable, y puntualizó asimismo que en dicho sentido son precisamente los Evangelios los que restablecen la verdad y reconducen a un punto de vista liberatorio".
Prosiguiendo, el Obispo de Roma indicó que "Jesús no sólo cura a la mujer de su dolencia, sino que la libra de sus temores y complejos, le restituye su dignidad y la reintegra en la esfera del amor misericordioso de Dios". "Jesús es la fuente de todo bien y de él nos viene la salvación; nosotros debemos acogerlo con fe viva y auténtica, como demostró tener esa mujer". Por ello recordó que éste es el modo en el que Jesús indica a la Iglesia el camino que debe cumplir para ir al encuentro de cada persona. De ahí sus palabras al finalizar su catequesis: "Que el ejemplo de Jesús nos ayude a salir al encuentro de quien está solo y necesitado, para llevar su misericordia y ternura, que sana las heridas y restablece la dignidad de hijos de Dios".
(Griselda Mutual – Radio Vaticano)
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