(ZENIT – Roma).- El papa Francisco y el supremo patriarca y Catholicós de todos los armenios, Karekin II, han firmado una declaración conjunta, en la tarde del domingo antes del último encuentro organizado en la visita a Armenia.
De este modo, ambos recuerdan que lamentablemente somos testigos de una inmensa tragedia que sucede delante de nuestros ojos. “Innumerables personas inocentes asesinadas, deportadas y obligadas a un doloroso e incierto exilio de continuos conflictos con base étnica, política y religiosa en Oriente Medio y otras partes del mundo”, advierten.
Al respecto, recuerdan que como consecuencia, minorías étnicas y religiosas se han convertido en el objetivos de persecuciones y de trato cruel, hasta el punto que tales sufrimientos “por motivo de pertenencia a una confesión religiosa” se han convertido en una realidad cotidiana”. Por eso reconocen que los mártires “pertenecen a todas las Iglesias y su sufrimiento constituye” un “ecumenismo de la sangre” que trasciende a las divisiones históricas entre los cristianos, llamando a todos a “promover la unidad visible de los discípulos de Cristo”.
El Papa y Karekin II rezan unidos por “un cambio en el corazones de todos los que cometen estos crímenes y en aquellos que están en condiciones de parar la violencia”. De este modo piden a los jefes de las naciones que “escuchen la petición de millones de seres humanos” que esperan con ansia “paz y justicia en el mundo” y piden “el respeto de sus derechos atribuidos por Dios, que necesitan urgentemente pan, no armas”.
En esta misma línea se lamentan que estamos asistiendo a una presentación de las religiones y los valores religiosos “de una forma fundamentalista” que es usada para justificar la difusión del odio, de la discriminación y la violencia”. Además, precisan que “el respeto por las diferentes religiones” es la condición necesaria “para la pacífica convivencia de distintas comunidades étnicas y religiosas”.
Como cristianos estamos llamados –reconocen– a buscar y desarrollar caminos de reconciliación y de paz. En concreto, expresan su esperanza por una solución pacífica en las cuestiones de Nagorno-Karabakh, zona de conflicto entre Armenia y Azerbaiyán.
El Pontífice y el Patriarca piden a los fieles de sus Iglesias “abrir el corazón y las manos a las víctimas de la guerra y del terrorismo, a los refugiados y sus familias”. Está en juego –advierten– el sentido mismo de nuestra humanidad, de nuestra solidaridad, compasión y generosidad, que puede ser expresado de forma apropiada “solamente mediante un inmediato y práctico uso de recursos”.
Por otro lado, se muestran también preocupados por la crisis de la familia en muchos países. Aseguran que la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica “comparten la misma visión de la familia, basada en el matrimonio, acto de gratuidad y de amor fiel entre un hombre y una mujer”.
En la declaración, confirman que a pesar de las persistentes divisiones entre cristianos, “hemos comprendido más claramente que lo que nos une es mucho más de lo que nos separa”. Hoy estamos convencidos –precisan– de la importancia crucial para desarrollar estas relaciones, emprendiendo una profunda y más decisiva colaboración no solo en campo teológico, sino también en la oración y en una activa cooperación a nivel de las comunidades locales, en la perspectiva de compartir una plena comunión y expresiones concretas de unidad.
Finalmente, Francisco y Karekin II exhortan a los fieles a “trabajar en armonía para promover en la sociedad los valores cristianos, que contribuyen eficazmente a la construcción de una civilización de justicia, de paz y de solidaridad humana”.
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