(ZENIT – Roma).- Fátima, las apariciones y el mensaje son “una verdadera enseñanza que nos defiende de las fábulas, nos invita a enfrentar la realidad y el corazón de Dios con los ojos de la fe”.
Lo indicó el cardenal José Saraiva Martins durante la misa de clausura del 24° Congreso Mariológico Internacional que se realizó en Fátima del 6 al 11 de septiembre.
Delante de la “pérdida del sentido y de los valores, la desorientación de las conciencias –dijo el delegado papal– Nuestra Señora presenta principios no negociables que educan en una convivencia civil y cristiana: la vida, la familia, el matrimonio, la unión entre un hombre y una mujer, la caridad concreta y el respeto de la dignidad de cada persona”.
El purpurado denunció durante su homilía “la apostasía silenciosa de la fe” que está deformando “el modelo cristiano europeo”. Por lo tanto subrayó la actualidad del mensaje de Fátima, porque indica el modo en que debemos superar las difíciles circunstancias en las cuales el mundo se encuentra.
El cardenal Saraiva Martins indicó que en las apariciones de 1917 “la Virgen había profetizado las contradicciones en nuestro tiempo” y que “no fue una casualidad que se haya aparecido al inicio del siglo marcado por dos guerras desencadenadas por las ideologías materialistas y ateas”.
“La apostasía de la fe continúa aún hoy –añadió el cardenal– y está progresivamente infectando a la Europa cristiana que durante siglos ha inspirado y difundido en el mundo una cultura rica de humanidad, creativa y respetuosa”, cambio hoy “parece que ya no está más en condiciones de hacerlo”.
“Por estos motivos y por el bien del hombre –añadió el cardenal– es necesario revertir la apostasía de la fe profundizando las apariciones de Fátima. Nuestra Señora propone la fe en Cristo crucificado y nos enseña a caminar bien en la tierra para que nuestro camino brille en el cielo”.
El delegado papal subrayó la importancia del mensaje de Nuestra Señora, como una herencia que nos ha sido comunicada por los pastorcitos para sacudir “la indiferencia del mundo”, invitándonos a “dedicarnos y comprometernos con Dios”.
Los tres niños han tenido un rol crucial, explicó el purpurado, recordando que el pastorcito Francisco “escondido le rezaba a Jesús para reparar a Dios”, mientras Jacinta “ha sufrido por los pecados y por la conversión de los pecadores” y Lucía “vivió casi cien años conservando el tesoro de gracia que la Virgen le ha dejado”.
“En Fátima –concluyó el enviado del papa Francisco– Nuestra Señora le habló a las familias sencillas y modestas, pero dignas y capaces de estar en sintonía con el prójimo. La historia nos cuenta la experiencia de los pastorcillos que conservaron una gracia inesperada y nos muestra que muy seriamente esos corazones recogieron con amor el mandato que les llegaba desde el cielo”.
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