(RV).- Muriendo en la cruz, inocente entre dos delincuentes, el Señor ‘certifica’ que la salvación de Dios puede alcanzar a cualquier hombre en cualquier condición. Fue la señalación del Papa en la catequesis del miércoles 28 de setiembre, al meditar acerca del pasaje del Evangelio de san Lucas, que narra cómo los dos ladrones que fueron crucificados con Jesús, se dirigen a Él con actitudes diferentes. Es precisamente a través de la cercanía que el Señor ofrece Su Salvación, explicó Francisco, y es por ello que el Jubileo es tiempo de gracia y de misericordia para todos, buenos y malos, en buena salud, y sufrientes.
A continuación, la síntesis de la catequesis que el Papa pronunció en nuestro idioma:
Queridos hermanos y hermanas:
Las palabras de Jesús en la cruz encuentran su culmen en el perdón. El evangelista san Lucas narra como los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús se dirigen a él con actitudes distintas.
El primero, llevado por la angustia del hombre ante la muerte, lo insulta y no comprende que, siendo el Mesías, pueda quedarse en la cruz. Pero es precisamente quedándose y muriendo en la cruz donde Cristo nos salva, dando testimonio de que la salvación de Dios puede llegar a todos los hombres hasta en las situaciones más extremas.
El segundo ladrón, movido por el temor del Señor, reconoce su pecado, y confiesa su culpa con absoluta confianza en la infinita bondad y misericordia de Jesús. Jesús está precisamente allí para estar cerca, para salir al encuentro de la necesidad que tiene todo hombre de no ser abandonado, y le promete que hoy estará con él en el paraíso. De este modo, en la hora de la Cruz, Jesús revela el cumplimiento de su misión de salvar a los pecadores. Desde el inicio hasta el final de su vida, Jesús se ha revelado Misericordia, encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Pidamos al Señor por todos los que sufren por cualquier motivo o se sienten abandonados, para que mirando al crucificado, puedan descubrir y sentir el consuelo y el perdón de Cristo, rostro de la misericordia del Padre. Un especial pensamiento al pueblo mexicano, y los invito a cantarle a la Guadalupana lo que le cantaron al inicio, pidiendo por los sufrimientos de este pueblo. ¡Gracias!
(GM – RV)
Publicar un comentario