(ZENIT – Roma).- La Conferencia del Episcopado Mexicano se une en oración por el eterno descanso del sacerdote José Alfredo López Guillén y se solidariza con la arquidiócesis de Morelia, su arzobispo el cardenal Alberto Suárez Inda, su presbiterio, la comunidad parroquial y diocesana. Así lo hace en un comunicado publicado este lunes, en el que recuerdan que son tres los asesinatos de sacerdotes en un semana, “por lo que desde el primer momento los obispos de cada lugar, han entrado en contacto y han estado colaborando con las autoridades respectivas”.
Sin embargo –precisan los obispos– demandan con todo respeto y urgencia, a la autoridad competente el esclarecimiento sobre la verdad en ambos casos, y la aplicación de la justicia para con los responsables de estos crímenes inexcusables. Y con la misma fuerza “exigimos también, que no se manche el nombre de ningún sacerdote, ni de ninguna persona, sobre todo cuando no se tienen concluidas las investigaciones”. El episcopado hace referencia a algunas noticias publicadas en los últimos días en las que se acusaba el sacerdote asesinado de haber sido visto en un hotel con un menor de edad.
Los obispos mexicanos se comprometen, junto con todo el pueblo de Dios, “a seguir trabajando denodadamente, para que nunca más ningún ciudadano se vea envuelto en estos actos violentos que ocurren en muchos lugares de nuestro país”.
Por su parte, el cardenal Suárez Inda, también a través de un comunicado, explica que “la difusión de algunas noticias e interpretaciones maliciosas hacía más dolorosa la situación” tras la desaparición del sacerdote el pasado miércoles. “Era preferible guardar silencio y esperar ya que la verdad sale a relucir tarde o temprano. Como suele decirse, contra los hechos no hay argumentos que valgan”, subraya. Pero también reconoce que la procuraduría del Estado ha actuado con profesionalidad. “Confiemos en que se dé seguimiento a la investigación”, añade. El arzobispo de Morelia indica que hasta ahora lo que sabe es que el padre José Alfredo fue asesinado pocas horas después de que lo secuestraran y su cuerpo fue abandonado a unos cuantos kilómetros, llevándose su automóvil así como una camioneta de la parroquia y algunos otros objetos de valor.
Aunque también reconoce que ante un hecho tan triste, ve otras señales positivas. “Los medios de comunicación, si bien a veces confunden y difaman, también sirven admirablemente para crear comunión”, observa el cardenal. “El ministerio y la figura del pastor siguen siendo respetados y significativos para mucha gente. La fe sostiene a la comunidad cristiana en los momentos más difíciles”, asegura.
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