REDACCIÓN CENTRAL, 26 Mar. 19 (ACI Prensa).-
Ante la exigencia del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de un pedido de perdón del Papa Francisco por los abusos cometidos durante la conquista de América, el director interino de la Oficina de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, recordó que esto ya se ha realizado años atrás.
En declaraciones a la agencia Efe, Gisotti dijo que “por el momento” el Vaticano no tiene un pronunciamiento adicional, pero “como es sabido, el Santo Padre ya se ha expresado con claridad sobre esta cuestión”.
En efecto, durante su viaje a Bolivia en 2015, el Papa pidió perdón por los “muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América”.
Pero también recordó en esa ocasión que “donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres que defendieron la justicia de los pueblos originarios”.
La exigencia de López Obrador, también remitida al Rey de España, Felipe VI, se enmarca en los 500 años de la llegada de españoles al actual territorio continental de México, en 1519, y el medio milenio de la caída de Tenochtitlán, hoy Ciudad de México, que se recordará en 2021.
San Juan Pablo II y Benedicto XVI expresaron también en años anteriores un pedido de perdón por los abusos que cometieron muchos cristianos durante la conquista y colonización de América.
En diálogo con ACI Prensa, Héctor Zagal, doctor en filosofía, investigador y profesor de la Universidad Panamericana de México, precisó que “cuando llegan los conquistadores no existe México, existe un sinnúmero de señoríos, entre los que estaban los principados mixtecos, los mexicas, los señoríos mayas, el reino de Michoacán y todos ellos estaban peleados, estaba la república de Tlaxcala”.
“Y el gran enemigo para vencer para la mayoría de los indígenas era el imperio mexica, también conocido como aztecas”, pues “eran opresores, esclavizaban otros pueblos, exigían tributos, mano de obra, prisioneros para la guerra y los sacrificios”.
“Cuando llega Hernán Cortés inmediatamente advierte estas pugnas internas y lo que hace es capitalizar y conseguir que muchos de ellos, como por ejemplo la república de Tlaxcala, se conviertan en aliados de los españoles. Cuando el 13 de agosto de 1521 cae México-Tenochtitlán, Hernán Cortés tenía poco menos de mil soldados. Pero tenía, se calcula, alrededor de 150 mil aliados indígenas”.
El pedido de perdón expresado por los Papas, explicó el Dr. Zagal, se debe a que, a diferencia de algunos países “la Iglesia se considera a sí misma como una institución continua. Es decir, hay una solidaridad de la Iglesia, por así decirlo, desde los primeros tiempos hasta la actualidad. Es la misma Iglesia, y por tanto hay una corresponsabilidad para bien y para mal”.
Sin embargo, precisó, “hay que entender los contextos”, pues “se ha ido ahondando en los derechos humanos y no podemos juzgar con el mismo rigor a la Iglesia del siglo XVI que a la Iglesia del siglo XXI”.
El Dr. Zagal añadió que en efecto la conquista de América tuvo “luces y sombras”, y recordó que entre las legitimaciones para emprender este proceso “se consideraba que un pueblo que no permitía la predicación del Evangelio, un pueblo donde se celebraba mal algunos ritos, como los sacrificios humanos, podía ser conquistado”.
El profesor de la Universidad Panamericana señaló además que tanto para Europa como para América en el siglo XVI “no podemos idealizar”, pues ambos continentes “estaban sumidos en la guerra, en luchas internas, había opresión, había pobreza”.
“Ni Europa ni América eran una especie de paraíso original donde la gente fuera buena por naturaleza”, subrayó.
Pero las heridas de la conquista, dijo, tienen posibilidad de cerrarse. “Ya hay países donde se han cerrado. La Galia fue conquistada por los romanos, y hoy por hoy ningún francés se ocupa por esta pugna”.
“El problema al menos de México es que los indígenas siguen siendo la población más pobre. México es un país donde tenemos 3 de los 20 millonarios más ricos del mundo. México es un país muy rico, y sin embargo hay una desigualdad social y un racismo persistente”.
“En la medida en que estos pueblos originarios asciendan socialmente, tengan acceso a la salud, a la educación, eso terminará cerrando este episodio”, señaló.
Por su parte, el P. Eduardo Chávez, doctor en Historia de la Iglesia por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y uno de los mayores expertos en la aparición de la Virgen de Guadalupe, señaló que la exigencia de López Obrador “está fuera de lugar, porque estamos hablando de otro contexto”.
“En aquel entonces, los misioneros venían verdaderamente a hacer una evangelización que les costaba la vida. En ese entonces era una verdadera aventura venir a América. Y lo hicieron realmente con todo el cariño, amor a la Iglesia, y que ellos captaban que toda esta idolatría, todo esto que estaban pasando los indígenas era del demonio”.
El sacerdote e historiador mexicano precisó que a diferencia del trabajo generoso de los misioneros, “otra cosa son los conquistadores. Son dos cosas ahí que se mezclan desgraciadamente, pero que son diferentes”.
La diferencia es tal, dijo, que a pesar de que los conquistadores españoles, que se decían cristianos, pretendían asesinar a los misioneros para evitar que bautizaran a los indígenas, para así poder esclavizarlos.
“Les era más sencillo para justificar sus robos, sus asesinatos, su esclavitud y tratar como animales a los indígenas, porque decían ‘si permanecen en la idolatría, entonces justifico todo este tipo de torpezas porque estoy tratando con animales o con gente que está con los diablos, con los ídolos’”, señaló.
El P. Chávez reiteró la preocupación evangelizadora de los primeros misioneros, y recordó que lo que vieron al llegar a territorios aztecas les pareció demoniaco.
“A los niños pequeñitos se les sacrificaba en adoración a Tláloc, el dios de la lluvia. Lo que se pretendía era que lloraran mucho y les punzaban todo el cuerpecito con puntas de maguey. El propósito era hacerlos llorar hasta que no podían ni respirar para que hubiera lluvia. Luego les arrancaban las uñas. Si era niña le cortaban la cabeza y si era niño les sacaban el corazón y la sangre”.
“Un misionero del siglo XVI, incluso un misionero actual, lo ve como demoniaco, o en nuestra época lo ve como de locos”, aseguró.
Para los misioneros que llegaron a América hace 500 años, remarcó, el principal propósito “era salvar a los indígenas de toda esta cosa de la idolatría”.
La verdadera inculturación de la evangelización de México, destacó, llegó recién con la aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531. Santa María, dijo el P. Chávez, “hizo entender tanto a unos como a otros una perfecta inculturación de esta evangelización”.
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