El Padre Vladimir Ghika, por haber mantenido la comunión de la Iglesia Católica en Rumania con la Santa Sede había sido arrestado en 1952 y sucesivamente condenado. Tras un año de sufrimientos y torturas, murió mártir en la prisión de Jilava, cerca de Bucarest, el 16 de mayo de 1954.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
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