(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- En la tarde del Viernes Santo, mientras miles de personas participaban en el Vía Crucis en el Coliseo con el papa Francisco, el limosnero apostólico acompañado por algunos de sus colaboradores y voluntarios y algunas personas sin hogar que residente en al albergue “Don de Misericordia” se dirigió por las calles de Roma en unión espiritual con el Vía Crucis del Santo Padre.
A las personas que se encontraron durmiendo por la calle se les entregaron sacos de dormir y un pequeño regalo –”una caricia”– de parte del Papa. Así fue el Vía Crucis por la Ciudad Eterna, con unas 100 estaciones, y que concluyó después de la media noche.
Esta tradición comenzó hace dos años. En ese momento el limosnero explicó que la iniciativa se tomó después de escuchar la meditación del padre Raniero Cantalamessa en la Celebración de la Pasión de Viernes Santo, en la que el predicador de la Casa Pontificia denunció la idolatría del dinero.
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