«El perdón divino es sumamente eficaz porque “crea” aquello que dice». Catequesis del Papa

(RV).- En el miércoles de la Octava di Pascua, el Santo Padre Francisco finalizó el ciclo de catequesis sobre la misericordia realizado a partir de la Biblia, en una plaza de san Pedro repleta de fieles y peregrinos llegados de diversas partes del mundo. El Salmo 51, llamado 'Miserere', en el centro de su reflexión:  

«¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,

por tu gran compasión, borra mis faltas!

¡Lávame totalmente de mi culpa

y purifícame de mi pecado!»

“Queridos hermanos: Con la meditación del salmo 51, llamado Miserere, terminamos nuestras catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento. Se trata de un salmo penitencial que, según una antigua tradición judía, expresa el arrepentimiento del rey David después de su pecado con Betsabé. Se invita a quien reza con este salmo a tener esos mismos sentimientos de arrepentimiento y confianza en Dios. El salmo comienza con una invocación a Dios misericordioso, porque es el único que puede liberar del pecado. Se manifiesta así que el anhelo más profundo del hombre, lo que más necesita en su vida es ser perdonado, verse libre del mal y de sus consecuencias”.

En su catequesis impartida en italiano, el pontífice precisó que la oración es un “sentido llamamiento a Dios”, una invocación al Dios de la misericordia, para que movido por un amor grande “como aquel de un padre o de una madre”, tenga piedad, nos libre del mal y de sus consecuencias de muerte, y, constatando que la vida nos hace experimentar muchas veces situaciones de pecado, reiteró que debemos confiar en que la misericordia de Dios es más grande que nuestro pecado, sobre todo en esas situaciones: “¡No olvidemos esto! ¡Dios es más grande que nuestro pecado!” “¿Lo decimos juntos? ¡Dios es más grande que nuestro pecado!”.

“Con su perdón,  – dijo en español – Dios nos enseña que su amor es más grande que nuestro pecado, y nos asegura que Él nunca nos abandona. Además, el salmista sabe que el perdón de Dios es realmente eficaz, porque no esconde el pecado sino que lo destruye, lo cancela, y de esta manera, el pecador pasa a ser una criatura nueva, con un corazón nuevo y una vida nueva. Por último, el salmo nos habla que quien ha sido perdonado y se ha abierto a la gracia divina puede enseñar a los demás a no pecar más”.

«Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu..

Yo enseñaré tu camino a los impíos

y los pecadores volverán a ti». (vv. 12.15). 

Una vez más el Sucesor de Pedro afirmó que el perdón de Dios, signo más grande de su misericordia, es lo que todos necesitamos”, un don que cada pecador perdonado está llamado a compartir con cada hermano y hermana que encuentra”, porque todos, dijo el pontífice, necesitan de la misericordia de Dios.

“'Pero.. padre… yo soy débil: yo caigo, caigo…' Si tu caes, ¡levántate! – dijo el papa en italiano. Cuando un niño cae, ¿qué hace? Alza la mano a la mamá, al papá, para que lo levante. Hagamos lo mismo. Si tú caes por debilidad en el pecado, alza tu mano: el Señor la toma y te ayudará a levantarte. ¡Es ésta la dignidad del perdón de Dios! La dignidad que nos da el perdón de Dios es aquella de levantarnos, de ponernos siempre de pie, porque Él ha creado al hombre y a la mujer para que estén de pie”.

En la conclusión de su catequesis el Obispo de Roma rezó para que la Virgen María, Madre de Misericordia, “interceda por nosotros, para que sepamos ser testigos del amor del Señor, que perdona nuestros pecados, nos purifica y nos transforma”. “Feliz Pascua de Resurrección. Muchas gracias”.

(GM – RV)


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