REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
“El anhelo más profundo del hombre, lo que más necesita en su vida es ser perdonado, verse libre del mal y de sus consecuencias. Con su perdón, Dios nos enseña que su amor es más grande que nuestro pecado, y nos asegura que Él nunca nos abandona”, dijo Francisco en la Catequesis del 30 de marzo, referida al Salmo 51 sobre la misericordia y el perdón de Dios.
El salmo, que invita a rezar con sentimientos de arrepentimiento y confianza en Dios, “comienza con una invocación a Dios misericordioso, porque es el único que puede liberar del pecado. Se manifiesta así que el anhelo más profundo del hombre, lo que más necesita en su vida es ser perdonado, verse libre del mal y de sus consecuencias. Con su perdón, Dios nos enseña que su amor es más grande que nuestro pecado, y nos asegura que Él nunca nos abandona”.
“Además, el salmista sabe que el perdón de Dios es realmente eficaz, porque no esconde el pecado sino que lo destruye, lo cancela, y de esta manera, el pecador pasa a ser una criatura nueva, con un corazón nuevo y una vida nueva. Por último, el salmo nos habla que quien ha sido perdonado y se ha abierto a la gracia divina puede enseñar a los demás a no pecar más”.
El Papa pidió a la Virgen María, Madre de Misericordia, que interceda por nosotros, “para que sepamos ser testigos del amor del Señor, que perdona nuestros pecados, nos purifica y nos transforma”.
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