REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
Las imágenes del lavatorio de pies de Francisco el Jueves santo en un centro de asistencia a prófugos que piden refugio, hablan de un encuentro entre personas. Un encuentro profundo. El que pide que salgamos de la cueva para ir al encuentro del otro; que toquemos las llagas mismas de Cristo en el hermano que sufre, sale a la periferia y se inclina a lavar los pies de musulmanes, cristianos, hindúes. Pero después de lavarles los pies se los besa. Y Francisco sonriente levanta los ojos para mirar a los ojos a la persona a la que le lavó los pies y le dan la mano visiblemente emocionados. ¿Es extraño que personas que han sufrido tanto huyendo de sus países por la guerra, el hambre, la persecución, con tantos compañeros que no llegaron, que quedaron muertos en el camino se conmuevan porque alguien los mira a los ojos, les sonríe, les lava los pies? Por una parte siento: ¡qué poco puede hacer la Iglesia, el Papa, si no es más que esto, frente a tanto mal en el mundo. Y por otra pienso que es mucho si se trata de seguir el ejemplo del mismo Jesús, para construir "la cultura del encuentro" con pequeños gestos de servicio por amor, con el mismo Jesús como garante. ¿Hay otra manera concreta de luchar contra la indiferencia; contra los que trafican armas, personas, guerra, muerte; que como Judas modernos entregan a sus hermanos a la muerte por dinero?
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