(RV).- “Se puede construir un futuro diverso, en el cual convivir sin masacrarse y en el cual poseer convicciones diversas, en el marco del respeto de las reglas democráticas, de la dignidad humana y de la tradición católica de esta gran nación”, lo dijo el Secretario de Estado Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin en su homilía en la Liturgia de la Palabra con ocasión de la firma del Acuerdo Final entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP, en la ciudad de Cartagena de Indias, este 26 de septiembre.
En su homilía el Prelado transmitió la cercanía del Papa Francisco al querido pueblo colombiano y sus Autoridades, al mismo tiempo afirmó que el Santo Padre ha seguido con gran atención los esfuerzos de estos últimos años, en la búsqueda de la concordia y de la reconciliación. “Creo – dijo el Card. Parolin – que todos los que estamos aquí presentes somos conscientes que, en el fondo, estamos sí al final de una negociación, pero también al inicio de un proceso, todavía abierto, de cambio, que requiere el aporte y el respeto de todos los colombianos”.
Recordando la historia del sugestivo escenario de Cartagena de Indias, el Secretario de Estado señaló que, “como hace siglos los esclavos y mercaderes se dirigían a puerto enfermos y maltratados, hoy muchos colombianos viajan desarraigados y adoloridos, con la dignidad herida o arrebatada”. Hoy Jesús nos espera para liberarnos de las cadenas de la esclavitud, agregó. La propia y la que nos ocasionan otros. Está ansioso por abrazarnos, por curar nuestras llagas, por enjugar nuestras lágrimas, por darnos de comer y de beber agua y pan de vida, por mirarnos con amor en lo profundo del alma, por llevarnos entre sus brazos a puerto seguro.
En este sentido, el Card. Parolin aseguró que el “método más seguro para comenzar un futuro mejor es reconstruir la dignidad de quien sufre, y para hacer esto es necesario acercarse a él sin restricciones de tiempo, hasta el punto de identificarse con él”. En otras palabras, la paz que anhela Colombia va más allá de la también necesaria consecución de ciertas estructuras o convenciones, y se centra en la reconstrucción de la persona: de hecho, afirmó el Purpurado, es en las heridas del corazón humano donde se encuentran las causas profundas del conflicto que en los últimos decenios ha desgarrado este país. Y dijo que “Sólo Dios nos da la fuerza para afrontar tales problemas y, sobre todo, la capacidad de identificarnos con todos aquellos que sufren por su causa. Por ello, en este país de raíces católicas, hoy nos hemos congregado en oración. No consideramos este encuentro como un evento más, sino como una manifestación de la confianza de las autoridades y de todos aquellos que nos siguen con la fuerza de la oración a Dios”.
Por eso, pedimos a Dios que nos conceda esa heroicidad en la solidaridad, que es necesaria para colmar, en la verdad y en la justicia, el abismo del mal producido por la violencia. Y queremos agradecerle también – agregó el Card. Parolin – por haber sostenido a los colombianos en medio de situaciones de odio y de dolor, y por haber abierto sus corazones, durante tantos años, a la firme esperanza de que la violencia y el conflicto son evitables: se puede construir un futuro diverso, en el cual convivir sin masacrarse y en el cual poseer convicciones diversas, en el marco del respeto de las reglas democráticas, de la dignidad humana y de la tradición católica de esta gran nación. En la presente coyuntura, concluyó el Card. Parolin, rogamos a Dios por el futuro de este querido pueblo, para que camine por senderos de verdad, de justicia y de paz”.
(Renato Martinez – Radio Vaticano)
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