(RV).- El cansancio que llevamos consiste, a veces, en haber puesto la fe en cosas que no son lo esencial, porque nos hemos alejado de lo que en la vida es verdaderamente valioso. Fue éste uno de los legados del Papa Francisco, en la catequesis miércoles 14 de setiembre.
En una plaza de san Pedro colma de peregrinos y fieles, el Santo Padre reflexionó sobre el pasaje bíblico de Mateo, capítulo 11, versículos 28 al 30, en el cual el Señor llama a sí a todos los afligidos y agobiados, prometiendo que en Él encontrarán descanso: «Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio», (v 29).
Por eso la invitación que el pontífice dirigió a todos fue, precisamente, la de acoger con valentía la invitación que Jesús nos hace a aprender de Él, explicando al mismo tiempo que se trata de un camino de “conocimiento e imitación”, en el que el Buen Maestro nos hace comprender cuánto camino debemos aún recorrer; pero al mismo tiempo nos da la alegría de saber que estamos caminando junto con él.
A continuación, el texto completo del resumen de la catequesis que el Papa Francisco pronunció en nuestro idioma:
“Queridos hermanos y hermanas
En el Evangelio que hemos escuchado, Jesús se dirige a sus discípulos para extenderles una invitación y lo hace a través de tres imperativos: «Vengan a mí», «tomen mi yugo», y «aprendan de mí».
Jesús se dirige a quienes están cansados y agobiados para que confíen en él y encuentren alivio en su misericordia. Es una invitación a descubrir la voluntad de Dios, entrando en comunión con él y cargando con su cruz.
La propuesta de Jesús es un camino de conocimiento e imitación. Él no es un maestro severo que impone los pesos que él no ha llevado. Él mismo se ha hecho pequeño y humilde, su ejemplo nos enseña y es el camino a seguir.
Tenemos que pedir a Dios la gracia de tener la mirada limpia de Jesús que nos hace comprender cuánto camino debemos aún recorrer; pero al mismo tiempo nos da la alegría de saber que estamos caminando con él y no estamos solos.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los invito a pedir el don de la alegría, que es la gracia de sentirse discípulo de Jesús; de vivir junto a él con la fuerza de su consuelo y misericordia. Muchas gracias”.
(Griselda Mutual – Radio Vaticano)
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