REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
(RV).- “Lo que impresiona no es tanto la triste historia de un joven que precipita en la degradación sino sus palabras decisivas: ‘Ahora mismo volveré a la casa de mi padre’”, dijo el Papa el 11 de setiembre, explicando la parábola del Hijo Pródigo en la que el padre abraza al hijo reencontrado.
Expresó que Dios “nos espera con paciencia, nos mira cuando estamos todavía lejos, viene a nuestro encuentro, nos abraza, nos besa, nos perdona. ¡Así es Dios! ¡Así es nuestro Padre! Y su perdón cancela el pasado y nos regenera en el amor”. Y que cuando nos convertimos y nos dejamos encontrar por Dios, “no nos esperan reproches y durezas, porque Dios vuelve a recibirnos en casa con alegría y festeja”.
Refiriéndose a las palabras del mismo Jesús en Evangelio: “Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por 99 justos que no tienen necesidad de conversión”, Francisco preguntó: “¿Alguna vez pensaron que cada vez que nos acercamos al confesionario, hay alegría y fiesta en el cielo? ¡Es hermoso!”, para aseverar que esto infunde gran esperanza porque no hay pecado del cual no podamos renacer; que no hay persona irrecuperable, porque Dios no deja jamás de querer nuestro bien.
Para tu Radio, Reflexiones en Frontera, jesuita Guillermo Ortiz.
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