Papa Francisco en la Audiencia General: La resurrección de Cristo fue real

VATICANO, 01 Feb. 17 (ACI).-
El significado de la muerte y la naturaleza de la resurrección fueron los temas sobre los que habló el Papa Francisco en su catequesis de la Audiencia General del miércoles, que tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano. El Santo Padre reflexionó sobre el natural miedo a la muerte que todos sentimos, y la esperanza cristiana radicada en la resurrección de Cristo. Remitiéndose a las palabras de San Pablo en su Carta a los Tesalonicenses, el Papa Francisco afirmó: “Todo pasa, pero tras la muerte, siempre estaremos con el Señor. Esa es la certeza total de la esperanza cristiana”.

Si en catequesis pasadas el Santo Padre se centró en el mensaje de esperanza presente en el Antiguo Testamento, en esta ocasión explicó el mensaje de esperanza en el Nuevo Testamento: “Nosotros, los cristianos, somos hombres y mujeres de esperanza”, aseguró.

El Papa explicó en qué consiste la esperanza cristiana: “Cuando hablamos de esperanza, podemos entenderla según la acepción común del término, es decir, podemos referirnos a algo bueno que deseamos que se produzca pero que puede producirse o no. Por ejemplo, podemos decir: ‘Espero que mañana haga buen tiempo”, pero sabemos que puede hacer muy mal tiempo. La esperanza cristiana no es así. La esperanza cristiana es la expectativa de algo que ya se ha producido y que tenemos la certeza de que se realizará en cada uno de nosotros”.

“Nuestra resurrección, y la de nuestros seres queridos difuntos, no es, por lo tanto, algo que podrá suceder o no, sino que es una certeza real en cuanto que se sustenta en la resurrección de Cristo. La esperanza, por lo tanto, implica aprender a vivir en la espera. Ello exige un corazón humilde, pobre”.

En su catequesis, Francisco recordó que los cristianos de la comunidad de Tesalónica estaban preocupados por la muerte y la resurrección. “La dificultad de la comunidad no era tanto el reconocimiento de la resurrección de Jesús, sino el creer en la resurrección de los muertos”. Por ese motivo, “el Apóstol trata de hacerles comprender, a todos, los efectos y las consecuencias que este evento único y decisivo –la resurrección del Señor– implica para la historia y la vida de cada uno”.

El Obispo de Roma señaló que no se debe olvidar que, la de Tesalónica, “era una comunidad joven, fundada hacía poco tiempo, que, pese a las dificultades y las muchas pruebas a la que se veía sometida, estaba radicada en la fe y celebraba con entusiasmo y con alegría la resurrección del Señor Jesús. Cuando Pablo les escribe, la comunidad de Tesalónica hacía muy poco que había sido fundada. Sólo unos años la separaban de la Pascua de Cristo”.

“Esta carta –continuó el Pontífice–, se revela más actual que nunca. Cada vez que nos encontramos frente a nuestra muerte, o a la de un ser querido, sentimos que nuestra fe es sometida a prueba. Surgen todas nuestras dudas, todas nuestras debilidades, y nos preguntamos: ‘¿De verdad hay vida después de la muerte? ¿Podré ver y abrazar a las personas que he querido?’. También nosotros, en el contexto actual, tenemos necesidad de retornar a la raíz y al fundamento de nuestra fe, para así tomar conciencia de todo lo que Dios ha hecho por nosotros en Jesucristo. Tomar conciencia de qué significa nuestra muerte. Todos tenemos un poco de miedo a la muerte por esta incertidumbre”.

En este sentido, contó una pequeña anécdota: “Me viene a la memoria, un anciano muy valiente que decía: ‘yo no tengo miedo a la muerte…, sólo un poco a verla venir’. Él tenía a miedo a eso”, resumió divertido por el sentido del humor de aquel anciano.


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