AFRICA/ETIOPIA - La única presencia católica en la ilimitada región somalí de Ogaden

Gode – Padre Christopher Hartley Sartorios, español de 55 años de edad, misionero de la diócesis de Toledo, es el único sacerdote católico que ha llegado a la región somalí de Etiopía llamada Ogadén, donde vive desde hace 7 años, completamente solo, en la localidad de Gode, en una zona totalmente musulmana.

Durante una reciente visita a Roma, ha contado a la Agencia Fides, como comenzó su misión en ese país. “En febrero de 2007 asistí a una reunión de las Misioneras de la Caridad en Addis Abeba con la Hermana Nirmala, entonces Superior General de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa, y con la Superiora Regional de Etiopía”, dice el padre Sartorios. “Yo me había propuesto ir a cualquier lugar del mundo donde las religiosas no tuviesen una casa porque no tenían sacerdote. Estando ante un gran mapa de Etiopía, donde estaban marcadas 16 casas de las Hermanas de la Madre Teresa con 100 hermanas, me di cuenta de que, en toda la parte oriental del país, cientos de miles de kilómetros cuadrados, no había absolutamente nada. Las hermanas me dijeron que en esa región, en la frontera con Somalia, nunca ha habido presencia de la Iglesia católica, ni tampoco misioneras de su orden”.

Se trata de una zona totalmente musulmana, en su mayor parte formada por clanes nómadas de etnia somalí, dedicados casi exclusivamente a la trashumancia con sus rebaños de camellos. “Después de la conversación - continúa el misionero – me quede pensando y diciéndome a mí mismo: 'la Iglesia nunca ha llegado a la región somalí de Etiopía' Me acerque al mapa y vi que en este inmenso desierto, en la frontera con Somalia había un nombre escrito en mayúsculas, así que pensé que era la ciudad más grande y poblada, Gode, cerca de un río, el Wabi Shebele, que desemboca en el Océano Índico”.

Así que el padre Christopher se encuentra en la región llamada Ogaden, exactamente en Gode, una pequeña ciudad con menos de 50 mil habitantes, tres cuartas partes de ellos analfabetos. “Las Misioneras de la Caridad aceptaron mi propuesta después de discutir el proyecto con el Arzobispo de Addis Abeba, Mons. Berhaneyesus Souraphiel, que me explicó con claridad que yo iba a vivir en un lugar muy peligroso y que tenía que informar a mi Obispo de Toledo, el Cardenal Antonio Cañizares, quien me dio su bendición. Ahora estoy aquí, solo, a la espera de la llegada de las Hermanas de la Madre Teresa. Casi todos los días celebro solo o con 3 o 4 personas la Misa. Estoy seguro de que el Señor ha querido que yo esté aquí porque soy sacerdote y sin sacerdote no hay Eucaristía, y donde está la Eucaristía, también está la Iglesia. Estoy en comunión con el Obispo del gigantesco Vicariato Apostólico de Harar, Mons. Woldetensay, a la que pertenece la región, a pesar de que estamos separados por más de un millar de kilómetros de arena y el sacerdote católico más cercano a esta misión se encuentra a 700 kilómetros de distancia”.
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