(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El diálogo y la amistad entre judíos y católicos, y entre estos y los musulmanes, la acogida de los inmigrantes a pesar de los temores unidos al fundamentalismo terrorista y la memoria de la Shoah. Estos han sido los principales temas afrontados por el papa Francisco –indica una nota del Osservatore Romano– durante el diálogo con los miembros del Consejo judío mundial, reunidos en la tarde del 26 de septiembre en Santa Marta.
Siete intervenciones –una introducción y seis preguntas en varias lenguas– han guiado la conversación, en la que el Pontífice ha participado respondiendo en italiano.
El Santo Padre agradeció “esta visita tan amistosa” y el “esfuerzo de acercarse, porque la cercanía es una bendición de Dios”. Sin embargo –añadió– cuando nos alejamos vienen las cosas feas, las antipatías, las guerras. Y nuestra cercanía no es solamente física, de buena educación.
Asimismo, Francisco subrayó que “no se puede entender el cristianismo sin sus raíces judías. Y por eso un cristiano no puede ser antisemita”. El diálogo entre católicos y judíos –precisó– es un caminar juntos, acercarse el uno al otro, conocerse mejor, dialogar, hacer amistad e ir adelante.
Abordando la relación con los musulmanes, el Santo Padre respondió que en la base de la propio experiencia personal ayudan mucho en este proceso “la cercanía y la mansedumbre. No tener miedo de hablar”.
En esta línea observó que “el fundamentalismo es el enemigo del diálogo”. Y con los que no son fundamentalistas es necesario “hablar como hermanos”.
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