El campesino y el mercader: son los protagonistas de la reflexión del Papa Francisco, este domingo 30 de julio, antes de rezar el ángelus dominical ante los numerosos fieles y peregrinos llegados a la plaza de San Pedro. Repasando las tres semejanzas con las cuales concluye el discurso parabólico de Jesús del capítulo 13 de Evangelio de Mateo, el tesoro escondido ,la perla preciosa y la red de pesca , Francisco se detiene en las dos primeras, que tienen como protagonistas a dos hombres con oficios distintos, pero con el mismo objetivo: apuntar todo lo que tienen para obtener el tesoro que han descubierto.
El Papa denota que estas dos semejanzas ponen en evidencia dos características que conciernen al Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio. Porque para encontrar el el Reino de Dios, hay que buscarlo, con un corazón que “arda del deseo de alcanzar el bien precioso, es decir, el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús, que es “el tesoro escondido”, “la perla” que puede cambiar de manera decisiva nuestra vida y darle significado, asegura Francisco.
El Obispo de Roma precisa que el discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial sino que es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que sólo el Señor puede donar, presente en los enfermos curados, en los pecadores perdonados, en el ladrón a quien se le abre la puerta del paraíso.
La alegría del campesino y del mercader “es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida” afirma el Santo Padre. Una presencia, asegura, que es capaz de transformarnos el corazón y abrirnos a la acogida de los hermanos más débiles.
(MCM-RV)
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