Por nuestra dignidad y el bien común queremos pan y trabajo para todos

REFLEXIONES EN FRONTERA

jesuita Guillermo Ortiz

(RV).- (Audio) RealAudio MP3 Justo en el límite entre lo que es propiamente la Ciudad de Buenos Aires y donde empiezan los barrios inmensos de obreros del Gran Buenos Aires, el tren se detiene debajo de la avenida de circunvalación y en la misma esquina del santuario de San Cayetano, en Liniers, donde Bergoglio como obispo de la ciudad estaba siempre presente.


San Cayetano es un sacerdote italiano experto en las leyes civiles y eclesiásticas, que fue protonotario apostólico del Papa Julio II y en 1524 fundó la orden de los Teatinos.


En el santuario de Liniers, la imagen lo presenta como un sacerdote con sotana y estola que sostiene en sus brazos a Jesús niño y una espiga de trigo, porque hacia fines del siglo XIX un campesino que necesitaba una buena cosecha, le pidió lluvia a san Cayetano dejándole una espiga de trigo. ¡Llovió muchísimo! Después, con otros milagros más, se transformó poco a poco en el santo de la Providencia, patrono del pan y del trabajo en Argentina. Especialmente en estas últimas décadas del país, con la terrible injusticia de la falta de trabajo, el trabajo precario, los salarios bajos, el crecimiento de la pobreza, la gente agradece en el santuario el 7 agosto cuando tiene pan y trabajo, cuando consigue trabajo y sobre todo cuando lo necesita.


Como, además de las confesiones y las misas, el rito consiste en pasar frente al santo para rezarle tocándolo con las manos o los ojos, la fila interminable de oración de gratitud o petición se transforma en una manifestación que con solo la devoción a san Cayetano denuncia la grave situación social del país.



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