La primera: el descubrimiento de Jesús como el camino del hombre. No es un camino entre muchos, es el Camino. Así lo dijo Él: "Yo soy el camino" (Jn 14,6). ¿El camino hacia dónde? Hacia el Padre. Jesús es el camino abierto delante de cada hombre para encontrarse con Dios, para entrar en relación y comunión con Él, y ¡así encontrarse verdaderamente a sí mismo! Nos encontramos plenamente nosotros mismos cuando nos convertimos plenamente en hijos de nuestro Padre, y esto es gracias a Jesús, por esto murió en la cruz.
Y el segundo aspecto viene como consecuencia, y es la alegría: cuando uno descubre a Jesús como el camino, la alegría entra en su vida. Entra para siempre, y es una alegría enraizada en nosotros, y que nadie nos puede quitar, como ha prometido el Señor (cf. Jn 16,22).
El Papa explicó que esta alegría de ser discípulos de Jesús, se transforma en testimonio, es decir en el apostolado misionero, y ustedes, dijo a la Obra de Nazaret, lo hacen de una forma “discreta, humilde y simple”. El Obispo de Roma les agradeció por su misión y los anima a continuar, y especificó que misionar no es sólo hablar de Jesús. Es la alegría, el camino y el testimonio de uno, que se conviertan en misión. Así, Francisco recordó palabras de Benedicto XVI quien decía que la Iglesia crece por atracción, es decir por el testimonio: el ser misionero es ir y testimoniar a Jesús.
(MZ-RV)
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