REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz
“Simón Pedro fue liberado de la prisión de su ego orgulloso, de su ego miedoso, y superó la tentación de cerrarse a la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz”, dijo Francisco el 29 de junio de 2016.
“El relato Evangélico (Mt 16,13-19) de la profesión de fe de Pedro y la consiguiente misión confiada por Jesús nos muestra que la vida de Simón, pescador de Galilea ‒ como la vida de cada uno de nosotros ‒ se abre, florece plenamente cuando acoge de Dios la gracia de la fe”.
“Entonces, Simón se pone en el camino -un camino duro, largo– que lo llevará a salir de sí mismo, de sus seguridades humanas, sobre todo de su orgullo mezclado con valentía y con generoso altruismo. En este su camino de liberación, es decisiva la oración de Jesús: ‘yo he pedido por ti (Simón), para que tu fe no se apague’ (Lc 22,32). Es igualmente decisiva la mirada llena de compasión del Señor después de que Pedro le hubiera negado tres veces; una mirada que le toca el corazón y lo disuelve en lágrimas de arrepentimiento (cf. Lc 22,61-62). Entonces Simón Pedro fue liberado de la prisión de su ego orgulloso, de su ego miedoso, y superó la tentación de cerrarse a la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz”.
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