(ZENIT – Roma).- El papa Francisco ha celebrado en el Campus Misericordiae de Cracovia la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud. Más de un millón y medio de jóvenes se encontraban allí desde la tarde del sábado en la que también celebraron la vigilia con el Papa. Jóvenes de todos los rincones del mundo que han pasado la noche en orando y celebrando la alegría de la fe. Hoy concluye una semana de encuentros, catequesis, oración y amistad y tras la que no volverán a sus casas indiferentes tal y como les pidió ayer en Papa en un motivador discurso.
Mientras que en la homilía de esta mañana, el Papa ha querido recordar a los jóvenes que Dios cuenta con ellos por lo que son, no por lo que tienen. “Ante Él, nada vale la ropa que llevas o el teléfono móvil que utilizas; no le importa si vas a la moda, le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio”.
el Santo Padre ha hecho referencia a la lectura del día, el encuentro de Jesús con Zaqueo, para explicar que Él “desea acercarse a la vida de cada uno”, “recorrer nuestro camino hasta el final, para que su vida y la nuestra se encuentren realmente”.
Zaqueo, tal y como ha recordado Francisco, era un rico colaborador de los “odiados ocupantes romanos”. Sin embargo, “el encuentro con Jesús cambió su vida, como sucedió, y cada día puede suceder, con cada uno de nosotros”. De este modo, el Santo Padre ha desarrollado su homilía indicando que Zaqueo tuvo que superar al menos tres obstáculos “que también pueden enseñarnos algo a nosotros”. El primero es la baja estatura. Una tentación –ha precisado– que no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe. Esta es nuestra estatura, nuestra identidad espiritual: “somos los hijos amados de Dios, siempre”. Así, ha subrayado que “no reconocer nuestra identidad más auténtica es como darse la vuelta cuando Dios quiere fijar sus ojos en mí”, “significa querer impedir que se cumpla su sueño en mí”. ¡Tú eres importante!, ha exclamado recordando a los jóvenes que “Dios cuenta contigo por lo que eres, no por lo que tienes”. Dios, ha precisado, nos ama más de lo que nosotros nos amamos, cree en nosotros más que nosotros mismos, “está siempre de nuestra parte, como el más acérrimo de los hinchas”. En este punto, el Santo Padre ha invitado a los jóvenes a rezar cada mañana: “Señor, te doy gracias porque me amas; haz que me enamore de mi vida”.
El segundo obstáculo del que ha hablado es “la vergüenza paralizante”. Por eso ha recordado que Zaqueo superó la vergüenza y subió al árbol “porque la atracción de Jesús era más fuerte”. Zaqueo “sintió que Jesús era de tal manera importante que habría hecho cualquier cosa por él, porque él era el único que podía sacarlo de las arenas movedizas del pecado y de la infelicidad”. El Papa ha contado también a los jóvenes un “secreto de la alegría”: “no apagar la buena curiosidad, sino participar, porque la vida no hay que encerrarla en un cajón”. Ante Jesús, “no podemos quedarnos sentados esperando con los brazos cruzados”, no podemos responderle con “un simple mensajito”.
El Papa ha exhortado a los jóvenes a no avergonzarse de llevar todo a Jesús, “especialmente las debilidades, las dificultades y los pecados, en la confesión”. Él sabrá –ha asegurado– sorprenderos con su perdón y su paz.
El tercer y último obstáculo no estaba en un interior sino “a su alrededor”: la multitud que murmura, que primero lo bloqueó y luego lo criticó. Así, Francisco ha pedido a los jóvenes “no tengáis miedo” y que recuerden el lema de la JMJ: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Del mismo modo les ha invitado a no desanimarse porque “con vuestra sonrisa y vuestros brazos abiertos predicáis la esperanza y sois una bendición para la única familia humana, tan bien representada por vosotros aquí”.
La mirada de Jesús –ha añadido– va más allá de los defectos para ver a la persona. “No se detiene en el mal del pasado, sino que divisa el bien en el futuro”, “no se resigna frente a la cerrazón, sino que busca el camino de la unidad y de la comunión”, “no se detiene en las apariencias, sino que mira al corazón”.
El Pontífice también ha pedido a los jóvenes que instalen “bien la conexión más estable, la de un corazón que ve y transmite el bien sin cansarse”.
Para finalizar la homilía, el Santo Padre, haciendo referencia a las palabras de Jesús a Zaqueo “hoy tengo que alojarme en tu casa”, ha asegurado que la JMJ “comienza hoy y continúa mañana, en casa”, porque es allí donde Jesús quiere encontrarnos a partir de ahora. Jesús espera que, entre tantos contactos y chats de cada día, “el primer puesto lo ocupe el hilo de oro de la oración”. Jesús desea que su Palabra “se convierta en tu ‘navegador’ en el camino de la vida”. Jesús –ha recordado el Papa a los jóvenes– te llama por tu nombre. “Tu nombre es precioso para Él”, ha indicado. La memoria de Dios no es “un disco duro” que almacena todos nuestros datos, “sino un corazón tierno de compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del mal”. De este modo ha invitado a “imitar la memoria fiel de Dios y custodiar el bien que hemos recibido en estos días”.
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