(ZENIT – Roma).- Jóvenes cubanos se han reunido esta semana en La Habana para vivir su Jornada Mundial de la Juventud en la distancia. Por eso, el Santo Padre ha querido también hacerse presente entre ellos y ha enviado un vídeo mensaje en el que se une a ellos “con mucha esperanza” en este momento “en que se ponen en sintonía con la Iglesia universal que tendrá su corazón joven en Cracovia”.
Así, se muestra confiado en que estos días serán, “una especial ocasión para el fomento de la cultura del encuentro, la cultura del respeto, la cultura de la compresión y del perdón recíproco”. Eso es –asegura– armar lío y soñar. El Santo Padre les sugiere que vivan la experiencia de escuchar con detenimiento el Evangelio y luego “poder hacerlo vivo en sus propias vidas de ustedes, en las de su familia, sus amigos”. Del mismo modo les exhorta a que se dejen transformar por las palabras de Jesús que “son espíritu y vida”. Esas palabras que son “concretas como la vida”, porque “la vida es concreta, no son sueños”.
Por otro lado, les pide que cuando “recen el Vía Crucis recuerden que no podemos amar a Dios si no amamos a los hermanos”. La Cruz –recuerda– es un amor concreto para una vida concreta, un amor tan grande que hasta es capaz de entrar en nuestro pecado, en nuestra miseria, perdonar el pecado, curar la miseria. “La Cruz es un amor que entra en nuestro sufrimiento y nos da fuerza para sobrellevarlo; y entra también en la muerte para vencerla y salvarnos”, insiste el Papa.
Del mismo modo, les pide que cuando atraviesen la Puerta Santa, se dejen “contagiar por este amor”. Enférmense de amor –dice el Santo Padre– así aprenderán a mirar siempre a los demás con misericordia, con cercanía, con ternura, sobre todo a quien sufre y a quienes tienen necesidad de ayuda.
El Papa indica a los jóvenes cubanos que cuando sean enviados por los obispos como Testigos de la Misericordia, tienen que recordar que “el deseo más hermoso del Maestro es que no le tengan miedo a nada”. Por eso les invita a ser “libres de las ataduras de este mundo” y anunciar a todos, a los enfermos, a los ancianos, a los tristes, que “la Iglesia está llorando junto a ellos, y que Jesús es capaz de darles nueva vida, de resucitarlos”.
El Pontífice, además, menciona las palabras del venerable padre Félix Varela, ustedes “son la dulce esperanza de la patria”. Para ser portadores de la esperanza –añade– será necesario que no pierdan esa capacidad de soñar. Por eso advierte que los jóvenes que “no tienen esta capacidad de soñar y andar adelante” ya “se jubilaron” y “no sirven ni para papel picado en fiesta de carnaval”.
También les explica que “la esperanza sabe sufrir para llevar a cabo un proyecto, pero tampoco olviden que ella da vida, es fecunda”.
Del mismo modo reconoce que “no es necesario que todos piensen igual”, sino que tienen que unirse en la “amistad social”, aunque uno piense de otra manera o tenga otra convicción. Pero –recuerda– todos tienen algo común: ese deseo de soñar y ese amor a la patria. Y así les invita a “tender puentes” con la “palabra”, el “deseo”, con el “corazón”.
Y en este caminar, les anima la Virgen María de la Caridad, recuerda. “Ella desde hace más de 400 años acompaña la fe, la esperanza y el encuentro entre todos los cubanos”, asegura Francisco.
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