(ZENIT – Roma).- El Cardenal Juan Luis Cipriani, celebró ayer 28 de julio el 195º aniversario de la Independencia del Perú, presidiendo la misa y Te Deum en la catedral de Lima. Recordó que “todos los peruanos nos sentimos unidos a nuestros antepasados y hermanos porque compartimos la misma fe y porque juntos elevamos con las mismas palabras nuestro espíritu a Dios”.
El Arzobispo de Lima agradeció por su servicio a la patria y su defensa a la vida y la familia, al presidente saliente Ollanta Humala, quien acudió junto a su esposa Nadine Heredia, en marco de su último acto oficial como Jefe de Estado.
Señaló que “la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia que es la fuente de toda fraternidad, y por eso es también el fundamento y el camino primordial para la paz, pues, por vocación, debería contagiar al mundo con su amor”.
Recordando el Jubileo de la Misericordia en curso, el primado del Perú señaló que “es triste constatar cómo la experiencia del perdón en nuestra cultura se desvanece cada vez más” cuando en cambio “infunde el valor para mirar el futuro con esperanza”. Añadió que “perdonar las ofensas es algo que con urgencia debe sembrarse en el corazón, especialmente en los más jóvenes”.
“Enseñar al que no sabe es un deber espiritual de la misericordia”, señaló, en particular a ser una buena persona, respetando las normas de convivencia, la honradez, los deberes cívicos y la solidaridad de unos con otros.
El Cardenal refirió también a la importancia de la defensa de la mujer ante las campañas destinadas a dañar su dignidad de mujer y madre, queriendo imponer la llamada ideología de género. Criticó también a los medios de comunicación difunden la violencia y el abuso del sexo.
Otro tema que abordó el purpurado es el cuidado de la salud y de la necesidad de llevar la vida y el progreso a todos los rincones. Pidió también más respeto a los enfermos y mejores condiciones para los presos. Y elogió el “camino de acceso a las prestaciones de salud integral a través del sistema del SIS, un punto de partida que debe ser reforzado y perfeccionado”.
Concluyó recordando que “no basta el dinero para resolver las grandes desigualdades que hay en nuestro país. Hace falta un suplemento de fe en Jesucristo y una tensión solidaria”.
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