Recuerdan en el Vaticano a los primeros cristianos allí martirizados

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 1º Jul. 2017).- Una misa y procesión recordando a los protomártires cristianos se celebró este viernes en el Vaticano, el día después de la fiesta de los santos Pedro y Pablo. Un lugar simbólico donde muchos de los primeros cristianos fueron martirizados.

Esta cita anual ha sido presidida por el décimo año consecutivo por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura que celebró la santa misa en la iglesia de Santa María della Pietá in Camposanto, colindante con el cementerio Teutónico.

El purpurado en su homilía hizo pasar idealmente a tres figuras, primero la del historiador romano Tacito que vivió en la época de Pedro, Pablo y los protomártires. En su texto Tácito critica a los cristianos, reconoce su crecimiento no solo en Oriente Medio pero también en ‘La Urbe’ romana. Señala que fueron condenados ‘no solamente por incendiarios, sino también por odiar al género humano’, y entregados a las fieras o puestos en cruces ‘quemados vivos cuando había acabado el día, como antorchas en la noche’, ‘en los jardines de Nerón’.

El purpurado recordó que ese es “el martirio en su forma más violenta y brutal que se repite en los siglos” como “hoy en día con el fundamentalismo”, de quienes somos testimonios.

La segunda figura es cuando Jesús dice: ‘Si alguno quiere venir detrás de mi tome su cruz cada día y me siga’, y subrayó el cada día, no solamente el de derramar la sangre sino el de derramarla gota a gota: como el martirio que sufrenlos padres que tienen un hijo con dependencia de la droga, o el de un matrimonio que convive bajo un techo pero sin relaciones de afecto; o el de las dificultades económicas. Y citó la frase de Pirandello que dice: ‘Es más fácil ser un héroe que un gentilhombre. Héroe se puede ser cada tanto, gentilhombre siempre’.

La tercera figura es cuando el apóstol Pablo a los Corintios indica “Tenemos toda clase de tribulaciones, mas no somos quebrantados; estamos turbados, pero no desesperados”.

El cardenal concluyó su homilía señalando que cuando Jesús dice: ‘Padre Mío, en tus manos encomiendo mi espíritu’, y ‘Tú eres eres mi Dios y mis días están en tus manos’, son frases que nos invitan a pensar: “Estoy tranquilo porque mis tiempos están en tus manos”.

Concluida la eucaristía, partió con paso solemne, la procesión con el Santísimo Sacramento por las vías de la pequeña Ciudad del Vaticano, llevado en una custodia, debajo de un palio cargado por personas que allí trabajan y custodiado por un piquete de la Guardia suiza en uniforme de gala.

En el cortejo estaba la banda de la Gendarmería del Vaticano, que tocó con cadencia marcial, conocidos himnos eucarísticos y marianos, seguidos por las cofradías con sus gonfalones erguidos, por caballeros y damas de la orden ecuestre de Jerusalén, gendarmes, religiosas y religiosos y público vario.

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