El Santo Padre siente que rejuvenece cuando está con niños

El santo padre Francisco reza cada día por China, delante de una imagen de la Virgen de Sheshan. Entre sus santos preferidos además de Ignacio de Loyola y Francisco de Asís, está también la joven Teresa del Niño Jesús. Se lo ha contado él mismo a uno grupo de quince niños, procedentes de diversas partes del mundo, con los que se reunió la tarde del lunes 22 de febrero, en el estudio del Aula Pablo VI. El grupo de entre 8 y 13 años, representaba a los estudiantes de varias instituciones escolares gestionadas por los jesuítas en distintas partes del mundo, que por iniciativa del padre Antonio Spadaro han formulado una serie de preguntas al Pontífice. El resultado de las cartas de los niños y las respectivas respuesta de Francisco ha sido un libro titulado El amor antes del mundo. El papa Francisco escribe a los niños (L’amore prima del mondo. Papa Francesco scrive ai bambini).

El encuentro del Santo Padre con los niños duró aproximadamente una hora y estuvo marcado por la “espontaneidad y la inocencia” propia de los pequeños, tal y como indica la nota publicada en el Osservatore Romano. En la reunión estuvieron presentes entre otros, el cardenal Luis Antonio G. Tagle, presidente de Caritas internationalis, y algunos padres y educadores de los niños. El Papa llegó acompañado por el prefecto de la Secretaría para la comunicación, monseñor Dario Edoardo Viganò. Los pequeños protagonistas, que estaban sentados en el suelo, se levantaron y fueron a abrazar al Santo Padre.

Y así, conversando de forma espontánea, el papa argentino dijo que en su vida “las preguntas más difíciles que le han hecho no han sido las de los profesores en los exámenes, sino las preguntas de los niños”. Porque –explicó– responder a las preguntas de un niño te pone en una situación de dificultad, porque el niño tiene algo que mira a lo esencial y hace preguntas directas, y eso tiene un efecto de maduración interior sobre quien escucha la pregunta. “Así un niño hace madurar a los adultos con sus preguntas”, observó Francisco.

Cada niño entregó un regalo al Pontífice, sobre todo alimentos típicos del país de procedencia, pero también un par de botas, el dibujo de una cruz y una invitación a visitar Singapur, un chal, un balón del fútbol e incluso jarras de cerveza.

Una niña le preguntó al Santo Padre qué aspecto prefería de ser Papa. “Estar con la gente, estar cerca de la gente me gusta porque tú estás con anciano, un niño, una joven, un hombre grande, cada uno te enseña algo de la vida y te hace vivir la vida. Y se crea la relación con la gente. Yo cuando estoy con la gente aprendo siempre algo. Y esto es lo más importante de la vida: cuando encuentro a una persona me pregunto qué tiene de bello esta persona, qué cosas buenas me ha enseñado o qué no me ha gustado”.

Otra pregunta espontánea fue si era tan religioso antes de ser Papa. “Yo soy viejo –indicó– tengo 80 años. La vida de una persona no es siempre así (dibuja una línea recta con el dedo), la vida de una persona es así (dibuja una serie con ondas)”. De este modo el Santo Padre explicó a los pequeños que “hay momentos alegres y momentos en los que estás más bajo; hay momentos de gran amor a Jesús y a los compañeros y a toda la gente. Y hay momentos donde el amor a la gente no está y traicionas un poco el amor de Jesús. Hay momentos en los que te parece ser más santo y otros en los que eres muy pecador. Mi vida es así (de nuevo dibuja las ondas): no asustarse nunca si vives un momento feo. No asustarse nunca si cometes un pecado. El amor de Jesús es más grande que todo: ve donde Él y déjate abrazar”.

Finalmente, el Pontífice dio las gracias a los niños por la visita “porque para Jesús los niños eran como el reflejo del camino hacia el Padre”. Asimismo aseguró que cuando se reúne con niños sale rejuvenecido y reza para que su vida sea buena. Al respecto, contó que algo que le conmueve mucho y le duele es cuando saluda a los niños enfermos en la audiencia general, y esto le provca una pregunta, ¿por qué sufren los niños?

Incluso el Papa, “que parece saber todo y tener todo el poder”, no sabe responder a esta cuestión. “La única cosa que me da luz es mirar a la cruz de Jesús, mirar por qué Jesús sufre por nosotros. Es la única respuesta que encuentro”, aseguró Francisco.  Para concluir el encuentro con los niños, el Pontífice les pidió “estar cerca a los niños que sufren y enseñar a estar cerca de los niños que sufren”.

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