VATICANO, 27 Feb. 16 (ACI).-
Luego de recibir al Presidente de la República de Argentina, Mauricio Macri, el Papa Francisco tuvo un encuentro con Emprendedores Reunidos de Cofindustria, la Confederación General de la Industria Italiana.
En su discurso, el Pontífice explicó que el encuentro quería confirmar “la contribución con vuestro trabajo a una sociedad más justa y cercana a las necesidades del hombre” y les pidió abandonar
“Ustedes quieren reflexionar juntos sobre la ética de hacer empresa; juntos han decidido reforzar el cuidado de los valores, que son la ‘espina dorsal’ de los proyectos de formación, de valorización del territorio y de promoción de las relaciones sociales, y que permiten una concreta alternativa al modelo consumista del beneficio a toda costa”.
“¡Cómo de distinta sería nuestra vida si aprendiésemos de verdad, día a día, a trabajar, a pensar, a construir juntos!”, exclamó durante el discurso.
Francisco explicó que “hacer juntos” significa “invertir en proyectos que sepan involucrar sujetos a menudo olvidados o descuidados”. “Entre esto, sobre todo, las familias, brotes de humanidad, en las que la experiencia del trabajo, el sacrificio que lo alimenta y los frutos que de él se derivan encuentran sentido y valor”.
El Papa también recordó a “los ancianos, que podrían todavía expresar recursos y energías para una colaboración activa y que a menudo son descartados como inútiles e improductivos”.
Sobre los jóvenes afirmó que son “prisioneros de la precariedad y de largos periodos de desempleo”, y por tanto son privados también de su dignidad.
“Todas estas fuerzas, unidas, pueden marcar la diferencia para una empresa que ponga en el centro a la persona, la calidad de sus relaciones, la verdad de su compromiso en construir un mundo más justo, un mundo de verdad de todos”.
En definitiva, se trata de “poner en valor los dones de todos, sin descuidar la unidad irrepetible de cada uno”.
Pero este poner al centro a la persona “comporta una serie de elecciones importantes”, que Francisco señaló después: “significa dar a cada uno lo suyo, librando a las madres y los padres de familia de la angustia de no poder dar un futuro y mucho menos un presente a sus propios hijos; significa saber dirigir, pero también saber escuchar, compartiendo con humildad y confianza proyectos e ideas”.
Además, “significa hacer de tal forma que el trabajo cree otros trabajos, la responsabilidad cree otras responsabilidades, la esperanza cree otra esperanza, sobre todo para las jóvenes generaciones que hoy más que nunca necesitan de ella”.
El Papa les pidió que todo esto no sea solo un eslogan sino que se convierta en “un programa para el presente y el futuro” y por tanto sean “constructores de un nuevo humanismo del trabajo”.
“Están llamados a tutelar la profesionalidad, y al mismo tiempo a prestar atención a las condiciones en las que se realiza el trabajo, para no se produzcan incidentes y situaciones de malestar”.
“Que vuestra vía maestra sea siempre la justicia que rechaza los atajos de las recomendaciones y de los favoritismos, y las desviaciones peligrosas de la deshonestidad y de los compromisos fáciles”.
Al final, el Pontífice les recomendó que el bien común sea la brújula que oriente la actividad productiva, para que crezca una economía de todos y para todos”. Porque “no hay libertad sin justicia y no hay justicia son el respeto de la dignidad de cada uno”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 27 de febrero de 2016
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