El Papa se dirige a los jóvenes: “¡Cristo vive y te quiere vivo!” – Síntesis de la Exhortación Apostólica

(ZENIT – 2 abril 2019).- “Cristo vive. Él es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este mundo. Todo lo que toca se hace joven, se hace nuevo, se llena de vida. Por lo tanto, las primeras palabras que quiero dirigir a cada joven cristiano son: ¡Él vive y te quiere vivo!”.

Así comienza la Exhortación Apostólica post-sinodal Christus vivit de Francisco, firmada el lunes, 25 de marzo de 2019, en la Santa Casa de Loreto y dirigida a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios”.

En el documento, compuesto por 9 capítulos divididos en 299 párrafos, el Papa explica que se dejó “inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo” de los jóvenes, celebrado en el Vaticano en octubre de 2018.

¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?

En el primer capítulo, titulado “¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?”, el Papa recuerda que “Jesús, el eternamente joven, quiere darnos un corazón siempre joven” (13) y añade: “Notamos que a Jesús no le gustaba que los adultos miraran con desprecio a los más jóvenes o los mantuvieran a su servicio de manera despótica”.

Jesucristo siempre joven

En el capítulo segundo, Francisco aborda el tema de los años de juventud de Jesús y recuerda la historia evangélica que describe al Nazareno “en su adolescencia, cuando regresó con sus padres a Nazaret, después de que lo perdieron y lo encontraron en el Templo”. (26). “No debemos pensar”, escribe Francisco, que “Jesús era un adolescente solitario o un joven que pensaba en sí mismo. Su relación con la gente era la de un joven que compartía la vida de una familia bien integrada en el pueblo”, “nadie lo consideraba extraño o separado de los demás” (28).

Jesús “no les ilumina a ustedes jóvenes, desde lejos o desde fuera, sino desde su propia juventud, que comparte con ustedes” y en él se reconocen muchos aspectos típicos de los corazones jóvenes (31). Cerca de Él “podemos beber de la verdadera fuente, que mantiene vivos nuestros sueños, nuestros planes, nuestros grandes ideales, y que nos lanza al anuncio de una vida digna de ser vivida” (32); “El Señor nos llama a encender estrellas en la noche de otros jóvenes” (33).

Una Iglesia “que escuche más”

La exhortación reconoce que hay jóvenes que sienten la presencia de la Iglesia “como molesta e incluso irritante”. Una actitud que tiene sus raíces “en razones serias y respetables: escándalos sexuales y económicos; la falta de preparación de los ministros ordenados que no saben interceptar adecuadamente la sensibilidad de los jóvenes;… el papel pasivo asignado a los jóvenes dentro de la comunidad cristiana; el esfuerzo de la Iglesia por dar cuenta de sus posiciones doctrinales y éticas frente a la sociedad” (40).

Hay jóvenes que “piden una Iglesia que escuche más, que no condene continuamente al mundo. No quieren ver una Iglesia silenciosa y tímida, pero tampoco quieren verla siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan. Para ser creíble a los ojos de los jóvenes, a veces la Iglesia necesita recuperar la humildad y simplemente escuchar, reconocer en lo que otros dicen una luz que pueda ayudarla a descubrir mejor el Evangelio” (41).

Reivindicaciones de las mujeres

Por ejemplo, una Iglesia demasiado temerosa puede criticar constantemente “todos los discursos sobre la defensa de los derechos de la mujer y poner constantemente de relieve los riesgos y los posibles errores de tales afirmaciones”, mientras que una Iglesia viva “puede reaccionar prestando atención a las legítimas reivindicaciones de las mujeres”, mientras que “está en desacuerdo con todo lo que proponen algunos grupos feministas” (42).

Tú eres la hora de Dios

No podemos limitarnos a decir, dice Francisco, que “los jóvenes son el futuro del mundo: son el presente, lo enriquecen con su aportación” (64). Por eso es necesario escucharlos, aunque “a veces prevalece la tendencia a dar respuestas preenvasadas y recetas preparadas, sin dejar que las preguntas de los jóvenes surjan en su novedad y capten su provocación” (65).

Hoy los adultos corremos el riesgo de hacer una lista de desastres, de defectos en la juventud de nuestro tiempo… ¿Cuál sería el resultado de esta actitud? Una distancia cada vez mayor” (66).

Sexualidad

Refiriéndose a “los deseos, las heridas y las investigaciones”, Francisco habla de la sexualidad: “En un mundo que sólo hace hincapié en la sexualidad, es difícil mantener una buena relación con el propio cuerpo y vivir en paz las relaciones afectivas. También por esta razón la moralidad sexual es a menudo la causa de “incomprensión y alejamiento de la Iglesia” percibida “como un espacio para el juicio y la condena”, a pesar de que hay jóvenes que quieren discutir estos temas (81).

Ante el desarrollo de la ciencia, de las tecnologías biomédicas y de las neurociencias, el Papa recuerda que “pueden hacernos olvidar que la vida es un don, que somos seres creados y limitados, que podemos ser fácilmente explotados por los que tienen el poder tecnológico” (82).

Abusos contra los niños

El Papa habló también de los abusos contra los niños e hizo suyo el compromiso del Sínodo de adoptar medidas rigurosas de prevención y expresó su gratitud “a quienes tienen el valor de denunciar el mal que han sufrido” (99). El Papa recuerda que, “gracias a Dios,” los sacerdotes que han sido culpables de estos “horribles crímenes no son la mayoría, sino que ésta, está formada por aquellos que ejercen un ministerio fiel y generoso”. Pide a los jóvenes, si ven a un sacerdote en peligro porque ha tomado el camino equivocado, que tengan el valor de recordarle su compromiso con Dios y con su pueblo (100).

Entorno digital

La exhortación se centra entonces en el tema del “entorno digital”, que ha creado “una nueva forma de comunicación” y que “puede facilitar la circulación de información independiente”. En muchos países, la web y las redes sociales son “ya un lugar indispensable para llegar e implicar a los jóvenes”. (87). Pero “es también un territorio de soledad, manipulación, explotación y violencia, hasta el caso extremo de la red oscura. Los medios digitales pueden exponerlos al riesgo de adicción, aislamiento y pérdida progresiva de contacto con la realidad concreta…

Existen circuitos cerrados que “facilitan la difusión de información y noticias falsas, fomentando el prejuicio y el odio….”. La reputación de las personas se ve amenazada por juicios sumarios en línea. El fenómeno concierne también a la Iglesia y a sus pastores” (89).

“Hay una salida”

Francisco recuerda a los jóvenes que, al igual que en la mañana de la resurrección, ante todas las situaciones oscuras y dolorosas, “hay una salida”. Y afirma: aunque el mundo digital puede exponernos a muchos riesgos, hay jóvenes que saben ser creativos y brillantes en estas áreas.

No dejen que la esperanza y la alegría les roben, no dejen que les narcoticen y les usen como esclavos de sus intereses” (107), busquen el gran objetivo de la santidad. “Ser joven no sólo significa buscar placeres pasajeros y éxito superficial. Para que los jóvenes alcancen su meta en el camino de la vida, la juventud debe ser un tiempo de donación generosa, de ofrenda sincera” (108). “Si eres joven, pero te sientes débil, cansado o decepcionado, pide a Jesús que te renueve” (109). Pero recordando siempre que “es muy difícil luchar contra… las trampas y tentaciones del diablo y del mundo egoísta si estamos aislados” (110). Por ello se necesita una vida comunitaria.

El gran anuncio para todos los jóvenes

En el capítulo cuarto, nombrado “El gran anuncio para todos los jóvenes”, el Papa anuncia a todos los jóvenes tres grandes verdades. La primera: “Dios que es amor” y por tanto “Dios te ama, no lo dudes nunca”. (112) y puedes “arrojarte con seguridad en los brazos de tu Padre divino” (113).

Francisco afirma que la memoria del Padre “no es un ‘disco duro’ que registra y archiva todos nuestros datos, su memoria es un tierno corazón de compasión, que se alegra de borrar definitivamente todo rastro de nuestro mal…”. “Porque él te ama. Trata de permanecer un momento de silencio dejándote querer por Él” (115).

Y su amor, continúa Francisco, es el que “sabe más de ascensos que de caídas, de reconciliación que, de prohibición, de dar nuevas oportunidades que, de condenar, del futuro que del pasado” (116).

“Cristo te salva”

La segunda verdad es que “Cristo te salva”. “Nunca olvides que Él perdona setenta veces siete. Vuelve a llevarnos sobre sus hombros una y otra vez” (119). Jesús nos ama y nos salva porque “sólo lo que amamos puede salvarse”. Sólo lo que abrazamos puede ser transformado.

El amor del Señor es mayor que todas nuestras contradicciones, todas nuestras debilidades y todas nuestras mezquindades” (120). Y “su perdón y salvación no son algo que hayamos comprado o debamos adquirir a través de nuestras obras o esfuerzos. Él nos perdona y nos libera libremente” (121).

“¡Él vive!”

La tercera verdad es que “¡Él vive!”, lo cual es una garantía de que el bien puede entrar en nuestras vidas…”. Entonces podemos dejar de quejarnos y mirar hacia adelante, porque con Él siempre podemos mirar hacia adelante” (127), revela el Papa.

 

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