Cox Bazar (Agencia Fides) - La tristeza y una creciente desesperación cunden entre los 1,1 millones de refugiados rohingya que actualmenteviven en 34 campos de refugiados en Cox's Bazar, Bangladesh, en la frontera con Mynamar. Lo explica a la Agencia Fides el padre jesuita Jeyaraj Veluswamy, quien trabaja como miembro del equipo del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). El 27 de agosto transcurrieron dos años desde el inicio de esta grave crisis, que provocó la afluencia masiva de 945.000 refugiados rohingya a los distritos bangladeshíes de Teknaf y Ukhiya.
Aunque el gobierno de Bangladesh ha puesto en marcha todas las medidas necesarias para repatriar a un número acordado de 3.450 refugiados rohingya, ninguno de los refugiados de la lista se ha presentado. Además, en los últimos dos años han nacido varios miles de niños en los campamentos. Según la ONG "Save the Children", en 2018 hubo más de 48.000 nuevos nacimientos en los campamentos y en enero de 2019 había 64.000 mujeres embarazadas.
Tras dos intentos fallidos de repatriación en noviembre de 2018 y agosto de 2019, los refugiados rohingya se sienten ahora completamente indefensos y abandonados, confundidos y con un futuro incierto. "Dicen que no pueden esperar construir un futuro viviendo en estos campamentos estrechos en Bangladesh", explicó el padre Veluswamy. Por otra parte, pensar en regresar a casa, el estado de Rakhine, en Myanmar, sin garantías para la seguridad para las mujeres, niñas y niños y el respeto de sus derechos fundamentales, les resulta igualmente deprimente.
Tras haber acogido a los rohingya en su territorio, Bangladesh acusa el peso de ocuparse de estas personas y garantizar su seguridad. Su presencia ya causa muchos problemas. El Gobierno de Bangladesh había solicitado la ayuda y el apoyo de la comunidad internacional y de las Naciones Unidas con la esperanza de poder repatriar a 1,1 millones de ciudadanos de Myanmar desplazados ya en junio de 2018. Pero hasta ahora todos los esfuerzos no han conducido al resultado deseado.
El jesuita señala que en el pasado, ante una crisis similar, gracias a los esfuerzos bilaterales entre Bangladesh y Mynamar, apoyados por el ACNUR, fue posible el retorno voluntario y seguro de 200.000 refugiados en 1978 Rohingya y otros 250.000 en 1992. Casi todos regresaron a su patria en el estado de Rakhine, en el oeste de Myanmar, y han podido recuperar su hogar, su tierra y sus propiedades.
Hoy, los dirigentes rohingya han formulado cinco exigencias cruciales como condiciones previas para su regreso a Mynamar: el reconocimiento de su derecho a llamarse a sí mismos "etnia rohingya"; la plena ciudadanía en Myanmar; la seguridad después de la repatriación; el regreso a sus hogares y tierras perdidas en el conflicto; y la justicia por los crímenes cometidos contra ellos.
Según el padre Jeyaraj Veluswamy, la cuestión de la ciudadanía rohingya sigue siendo el centro de esta crisis de décadas. Mediante la promulgación de la Ley de ciudadanía birmana de 1982, el régimen militar de Myanmar privó a los rohingya de ese derecho y los definió como "extranjeros" que viven ilegalmente en Myanmar. El régimen militar de la Junta estableció una lista de "razas nacionales" o grupos étnicos indígenas, declarando legales solo a los 135 grupos étnicos que vivían en Birmania antes de la llegada de los británicos en 1824. Todas las demás minorías, como los rohingya, los indios, los chinos, los nepaleses, solo pueden solicitar una ciudadanía de nivel inferior, llamada "ciudadanía asociada o ciudadanía naturalizada". Todos ellos están excluidos del derecho a la "ciudadanía plena" de primer nivel, que sólo pertenece a los miembros de los 135 grupos étnicos reconocidos. Sin embargo, hasta ahora 40.000 rohingya han logrado obtener la ciudadanía naturalizada en Myanmar.
Una delegación birmana encabezada por U Myint Thu, ministro de Asuntos Exteriores, visitó los campo’s de Rohingya en Cox Bazar los días 28 y 29 de julio. El secretario afirmó claramente que los rohingya "no son ciudadanos de Myanmar de acuerdo con la Constitución", pero que se les podría permitir legalmente residir en Myanmar en virtud de un permiso, la "Tarjeta Nacional de Verificación", que sería un paso hacia la obtención de la ciudadanía. Los líderes Rohingya no están convencidos de la promesa sobre la base de sus muchos años de experiencia negativa.
En agosto de 2019, el JRS completó 18 meses de acompañamiento y servicio a los refugiados Rohingya en el Bazar de Cox. En colaboración con Caritas Bangladesh, el JRS amplió su servicio humanitario en el campo de la protección en el campamento. Como informa el jesuita, la protección de los niños Rohingya es una preocupación importante: los niños por sí solos representan el 55% de la población total de refugiados, estimada en 945.000 refugiados. Entre ellos hay unos 6.000 niños huérfanos, solos o sin compañía. El JRS gestiona actualmente once Espacios Adaptados a la Niñez en tres campamentos en el mega campamento de Kutupalong, ayudando a más de 3.300 niños en total. Aquí se acompañan grupos de diferentes edades, siguiendo el currículo escolar, juegos, atención médica, apoyo psicológico y social. Dada la enorme necesidad y urgencia de la educación de los niños rohingya, el JRS está explorando formas de participar en la educación y organizar escuelas reales.
(SD/PA) (Agencia Fides 30/8/2019).
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