(ZENIT – 30 agosto 2019).- El científico Hiromitsu Nakauchi es el primer investigador en Japón en recibir permiso del gobierno para crear embriones animales que contienen células humanas (quimeras humano-animales) y trasplantarlos a madres animales para su gestación, según explica la revista Nature.
Esta práctica estaba prohibida en Japón hasta que, en marzo de este año se revocó en el país la prohibición que limitaba el crecimiento de los embriones animales quiméricos más allá de los 14 días de desarrollo o el trasplante de dichos embriones al útero materno. Ese mes, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes y Ciencia (MEXT’s) de Japón emitió nuevas pautas (ver AQUÍ) que permitían la obtención de embriones humano-animales y su implantación en madres subrogadas animales, así como su nacimiento.
Los embriones híbridos humano-animales ya se han producido con anterioridad en otros países, como los Estados Unidos, pero nunca se ha permitido su nacimiento, interrumpiéndose la gestación del animal. Los experimentos de Nakauchi son los primeros en ser aprobados bajo las nuevas reglas de Japón por un comité de expertos en el Ministerio de Ciencia, y se espera la aprobación final del Ministerio el próximo mes.
No obstante, Nakauchi afirma que no intentará llevar a término ningún embrión híbrido por un tiempo. Inicialmente, planea cultivar embriones de ratones híbridos hasta los 14,5 días, cuando los órganos del animal están formados en su mayoría y casi han llegado a término. Posteriormente, hará los mismos experimentos en ratas, haciendo crecer los híbridos unos 15,5 días. Más tarde, Nakauchi planea solicitar la aprobación del gobierno para cultivar embriones híbridos en cerdos hasta 70 días.
Estos experimentos con quimeras humano-animales son muy prometedores para obtener modelos de enfermedades humanas y para estudiar el desarrollo embrionario, quizás incluso para obtener órganos humanos en animales para utilizarlos en trasplantes, aunque aún existen diversas dificultades técnicas que superar, ya que la proporción de células humanas que se logra en el animal es muy baja.
Además, estas investigaciones también plantean serias dificultades éticas, como la posibilidad de que las células humanas puedan desviarse más allá del desarrollo del órgano objetivo y llegar al cerebro del animal en desarrollo, pudiendo afectar su cognición, o a sus gónadas, pudiendo dar lugar a células reproductoras humanas en el animal, lo que plantea la inquietante posibilidad de que dos animales pudieran concebir un ser humano. Los investigadores están trabajando en el diseño de métodos para evitar que esto ocurra, como la modificación genética del animal para que no produzca el órgano objetivo, lo que produce un nicho que dirige las células humanas a formar ese órgano. Esta posibilidad técnica es, desde el punto de vista ético, muy positiva. Otra dificultad es que estas experiencias, que precisan del uso de células madre humanas, en ocasiones utilizan células madre embrionarias, cuya obtención requiere la utilización de embriones humanos in vitro y su destrucción. Este uso, éticamente inaceptable, puede evitarse, sin embargo, empleando otro tipo de células madre humanas (células iPS), que no plantean ningún inconveniente ético para su uso.
En conclusión, los experimentos con quimeras humano-animales pueden reportar diversos e importantes beneficios a la sociedad, pero las cuestiones éticas planteadas hacen necesario que el avance sea cauteloso, asegurando la eficacia de los medios de control del destino de las células humana en el animal. Así mismo, debe fomentarse el trabajo con células madre no embrionarias (ver más sobre la valoración ética de las quimeras humano-animales AQUÍ).
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