ANTANANARIVO, 07 Sep. 19 (ACI Prensa).-
Democracia, lucha contra la corrupción, defensa del medioambiente y desarrollo económico. Esos fueron los cuatro principales temas que el Papa Francisco expuso ante las autoridades, representantes de la sociedad civil y cuerpo diplomático en Madagascar.
En su discurso, pronunciado en el Palacio Iavoloha, sede de la Presidencia de Madagascar en la capital, Antananarivo, después de visitar al Presidente de la República, Andry Rajoelina, el Santo Padre hizo una firme defensa de la democracia y destacó los esfuerzos del país por implementarla.
Madagascar es uno de los países más pobres del mundo. Casi 3 de cada 4 habitantes vive bajo el umbral de la pobreza.
Se trata de un país que, desde su independencia en 1960, padece una inestabilidad política crónica con sucesivos golpes militares y distintos tipos de violencia. La alta pobreza, la corrupción y el desinterés político, cuando no la complicidad de las autoridades, ha provocado también un grave deterioro ecológico. Una de las principales consecuencias de ese deterioro, o al menos la más visible, es la rápida deforestación del país.
La situación política actual de Madagascar deriva de la crisis del año 2009, cuando se produjeron protestas multitudinarias en el país contra la corrupción y la falta de libertad. La represión de las protestas ocasionó numerosos muertos.
Para tratar de hacer frente a la situación, se estableció un gobierno de transición presidido por Andry Rajoelina, que fue rechazado por la comunidad internacional.
En 2010, un acuerdo entre el gobierno de transición u los partidos políticos permitió convocar elecciones legislativas en 2013 y comunales en 2015.
A pesar de los intentos por democratizar el país, la violencia continúa. El 21 de abril se repitieron los enfrentamientos políticos entre partidarios de la oposición y fuerzas de seguridad, con un nuevo saldo de muertos y heridos.
Por ello, el Papa puso de relieve cómo “desde la recuperación de la independencia, vuestra nación aspira a la estabilidad y a la paz, implementando una positiva alternancia democrática”.
Recordó que “la función y la responsabilidad política son un desafío continuo para quienes tienen la misión de servir y proteger a sus conciudadanos, especialmente a los más vulnerables, y fomentar las condiciones para un desarrollo digno y justo involucrando a todos los actores de la sociedad civil”.
Por ello, hizo un llamado a los responsables políticos “a luchar con fuerza y determinación contra todas las formas endémicas de corrupción y especulación que aumentan la disparidad social, y a enfrentar las situaciones de gran precariedad y exclusión que producen siempre condiciones de pobreza inhumana”.
“De ahí la necesidad de establecer todas las mediaciones estructurales que garanticen una mejor distribución de los ingresos y una promoción integral de todos los habitantes especialmente de los más pobres”.
La protección del medio ambiente y de la riqueza ecológica de Madagascar también debe ser una prioridad de las autoridades de la isla, en opinión del Pontífice: “Hemos aprendido que no se puede hablar de desarrollo integral sin prestarle atención y cuidado a nuestra casa común”.
“Vuestra hermosa isla de Madagascar es rica en biodiversidad vegetal y animal, y semejante riqueza se encuentra particularmente en peligro por la deforestación excesiva en beneficio de unos pocos; su degradación compromete el futuro del país y el de nuestra casa común”.
Recordó que “las últimas selvas están amenazadas por los incendios forestales, la caza furtiva, la tala desenfrenada de árboles de maderas preciosas”.
“La biodiversidad vegetal y animal, está en peligro por el contrabando y las exportaciones ilegales. Es cierto también que, para las poblaciones afectadas, muchas de estas actividades que dañan el medioambiente son las que provisoriamente aseguran su supervivencia”.
Para poner remedio a esa excesiva dependencia económica de la explotación de recursos naturales, destacó la importancia de “crear empleos y actividades generadoras de ingresos, que preserven el medio ambiente y ayuden a las personas a salir de la pobreza”.
Por último, invitó a buscar formas para que la economía del país deje de tener tanta dependencia de las ayudas internacionales y comience a ser autosuficiente.
Pidió que “la comunidad internacional no sea la única garantía del desarrollo del país”, y subrayó la necesidad de que sea el propio pueblo el que gradualmente “se haga cargo de sí mismo, convirtiéndose en artesano de su destino”. “Por eso”, concluyó, “debemos prestar especial atención y respeto a la sociedad civil local”.
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