(zenit – 31 enero 2020).- El Papa Francisco pidió: “Que el Señor nos conceda la gracia de enviarnos siempre un profeta – puede ser el vecino, el hijo, la madre, el padre – que nos abofetee un poco cuando nos deslizamos en esta atmósfera donde todo parece ser legítimo”.
Hoy, 31 de enero de 2020, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el Santo Padre ha reflexionado en torno al pasaje del segundo libro de Samuel, centrado en la figura del “santo rey David”, informa Vatican News.
Conciencia del pecado
En dicho fragmento, David, deslizándose por una vida cómoda, olvida que fue elegido por Dios.
Después, de acuerdo al medio vaticano, Francisco se refirió a los pecados de David: el censo de la gente y la historia de Uriya que hizo matar a su esposa Betsabé después de que la dejó embarazada. Él elige el asesinato porque su plan para arreglar las cosas tras cometer adulterio, fracasa. David, describió, “continuó su vida normal. Silencio. Su corazón no se movió”.
Espíritu de la mundanidad
“Pero, ¿cómo el gran David, que es santo, que había hecho tantas cosas buenas, que estaba tan unido a Dios, pudo hacer eso? Eso no es algo que se hace de la noche a la mañana. El gran David, se deslizó lentamente”, expuso.
Y continuó: “Hay pecados del momento: el pecado de la ira, un insulto, que no puedo controlar. Pero hay pecados en los que uno se desliza lentamente, con el espíritu de la mundanidad. Es el espíritu del mundo el que te lleva a hacer estas cosas como si fueran normales. Un asesinato…”.
En este sentido, el Obispo de Roma describió cómo el pecado se apodera lentamente del hombre aprovechando su comodidad. “Todos somos pecadores”, “pero a veces pecamos en el momento. Me enfado, insulto. Entonces me arrepiento”. En otras ocasiones, sin embargo, “nos dejamos llevar a un estado de vida en el que… parece normal”. Y puso como ejemplo que se puede concebir como normal el “no pagar a la criada como se debe pagar”, o pagar la mitad de lo que es justo a los trabajadores del campo.
Mal de nuestro tiempo
Así, el Papa Francisco indica que, a pesar de que algunos pueden parecer “buenas personas” “que van a Misa todos los domingos, que se llaman a sí mismos cristianos, cometen pecados graves porque han caído “en un estado en el que has perdido la conciencia del pecado. Y ese es uno de los males de nuestro tiempo. Pío XII dijo: perder la conciencia del pecado”.
Para señalar que esta realidad no forma parte del pasado, el Santo Padre remitió a un reciente incidente en Argentina en el que unos jóvenes jugadores de rugby mataron a un camarada en una pelea después de una noche de movida. Los chicos que intervinieron en el suceso, apuntó, se convirtieron en “una manada de lobos”.
Escuchar a los demás
Francisco subrayó que es necesaria “tantas veces una bofetada de la vida” para parar, para detener el deslizamiento progresivo hacia el pecado y que se precisa a alguien como el profeta Natán, al que Dios envió para mostrar su error a David.
“Pensemos un poco: ¿cuál es la atmósfera espiritual de mi vida? Soy cuidadoso, siempre necesito que alguien me diga la verdad, ¿no lo creo? ¿Escucho el reproche de algún amigo, el confesor, el marido, la mujer, los niños, que me ayuda un poco?”, cuestionó.
Y finalmente, mirando esta historia de David – “del rey Santo David”- el Pontífice invitó a cuestionarse: “si un santo fue capaz de caer así, tengamos cuidado, hermanos y hermanas, también nos puede pasar a nosotros. Además, preguntémonos: ¿En qué atmósfera vivo?”.
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