VATICANO, 24 Ene. 20 (ACI Prensa).-
“Necesitamos respirar la verdad de las buenas historias; historias que construyan, no que destruyan, historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos”. Así se expresa el Papa Francisco en el mensaje con motivo de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que tendrá lugar el 24 de mayo.
El mensaje, difundido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede este viernes 24 de enero, se divide en 5 secciones o capítulos diferentes. En el primero de ellos, bajo el epígrafe de “tejer historias”, se recuerda que “el hombre es un ser narrador. Desde la infancia tenemos hambre de historias como tenemos hambre de alimentos. Ya sean en forma de cuentos, de novelas, de películas, de canciones, de noticias…, las historias influyen en nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello”.
Sin embargo, en el segundo capítulo el Pontífice advierte que “no todas las historias son buenas”. Llamó la atención sobre “cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices”.
“Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos. A menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia”.
Por ello, advirtió que “recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la historia humana, sino que se despoja al hombre de la dignidad”.
Frente a esas malas historias, “necesitamos sabiduría para recibir y crear relatos bellos, verdaderos y buenos. Necesitamos valor para rechazar los que son falsos y malvados”.
Además, en el tercer capítulo el Papa Francisco presenta la Biblia como “una Historia de las historias”, ya que “a través de su narración Dios llama a las cosas a la vida y, como colofón, crea al hombre y a la mujer como sus interlocutores libres, generadores de historia junto a Él”.
“La Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad”, subrayó, y destacó que “no es casualidad que también los Evangelios sean relatos”.
Asimismo, subrayó en el cuarto capítulo que “la historia de Cristo no es patrimonio del pasado, es nuestra historia, siempre actual”, es decir, es “una historia que se renueva”.
“Cada uno de nosotros conoce diferentes historias que huelen a Evangelio, que han dado testimonio del Amor que transforma la vida. Estas historias requieren que se las comparta, se las cuente y se las haga vivir en todas las épocas, con todos los lenguajes y por todos los medios”.
Por último, en el capítulo quinto, también destacó que la Biblia, además de ser una historia que se renueva, es “una historia que nos renueva”. “Contarle a Dios nuestra historia nunca es inútil”, aseguró.
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