(RV).- Este jueves 25 de febrero se dio a conocer el encuentro privado que el Papa Francisco tuvo con algunos niños, el 22 de febrero pasado, en la sala adyacente al Aula Pablo VI. Niños de varios continentes que le escribieron algunas preguntas a las cuales Francisco respondió. Así nació el libro titulado “El amor antes del mundo. El Papa Francisco escribe a los niños” publicado por la casa editorial “Loyola Press” de los padres Jesuitas americanos. El libro, puesto a la venta precisamente ayer en Italia, ha sido traducido en 14 lenguas.
“¡Buona sera! ¡Good afternoon! ¡Buenas tardes!” En tres lenguas distintas y con la simpatía que lo caracteriza el Papa saludó a los niños, para dirigirse luego a todos los presentes con estas palabras:
“Yo les quisiera decir una cosa, a los chicos y a los grandes, las preguntas más difíciles que me han hecho, no fueron en los exámenes los profesores, sino las que me hicieron los chicos”.
El Papa explica entonces que “contestar a una pregunta de un chico a uno lo pone en dificultad”, “porque el chico tiene algo que ve lo esencial y lo pregunta directamente, y eso produce un efecto en quien escucha la pregunta de maduración interior. O sea, los chicos hacen madurar a los grandes con sus preguntas”.
Con atención Francisco recibió después los regalos que los niños le habían traído: chocolatines belgas, un silbato irlandés, unas botas de Australia, dulces de Sicilia, una estatuilla de Kenia, alfajores de Argentina. A la niña china de She Shan el Papa le cuenta que en su oratorio tiene una imagen en la que está la Virgen de She Shan y que a Ella le reza todos los días por China.
Y cuando la niña argentina le pregunta "si no fuera Papa, qué quisiera ser", responde:
¿Digo la verdad? Cuando yo tenía tu edad, si más o menos, la tuya. Cuando tenía la edad de ustedes iba con mi mamá o con mi abuela al mercado a comprar las cosas. En aquella época no había supermarket sino que había el mercado en la calle, se llamaba feria, y estaba el puesto de la verdura, de la fruta, de la carne. Y a mí me gustaba ver cómo el carnicero cortaba la carne, con que arte. Entonces, yo dije que quería ser carnicero. Después estudié química, pero esa fue la primera vocación.
¿Qué Santo usted admira más?, le pregunta un niño. Y el Papa responde:
“Tengo varios santos amigos, no sé a cuál admiro más, pero soy amigo de Santa Teresita del Niño Jesús, soy amigo de San Ignacio, soy amigo de San Francisco – yo no sé si ellos son amigos míos – y los admiro a cada cual por alguna cosa. Pero yo diría que son los tres, quizás, que más me llegan al corazón”.
Luego la pregunta espontánea de otra niña: ¿Cómo se siente “ser Papa”?
“Me siento tranquilo y Dios me dio la gracia de no perder la paz, es una gracia de Dios. Y me siento como que estoy terminando mi vida así, con mucha paz. Me siento bien por eso, porque siento que Dios me da paz. Y también me da alegría, por ejemplo, este encuentro con ustedes me da mucha alegría”.
Y cuando le preguntan si es difícil ser el Papa, Francisco responde con sencillez:
“Es fácil y es difícil, como la vida de cualquier persona. Es fácil porque tenés mucha gente que te ayuda. Por ejemplo, ustedes, me están ayudando a mi ahora, porque mi corazón está más feliz y voy a poder trabajar mejor y hacer mejores cosas”.
Al final del encuentro, las palabras de agradecimiento del Pontífice por la visita, “porque para Jesús los niños eran como el reflejo del camino hacia el Padre, “y cuando me encuentro con chicos salgo rejuvenecido, dan vida, y rezo por ellos, para que la vida de ellos sea buena”.
(María Cecilia Mutual – RV)
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