(ZENIT – Roma).- El papa Francisco envió un videomensaje a los participantes del Jubileo de la Continental Misericordia, que cuenta con la participación de 15 cardenales, más de 120 obispos, y dirigentes de todos los niveles de instituciones religiosas y laicas de inspiración católica de 22 países de América Latina, además de Estados Unidos y Canadá. A la apertura participó también el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.
El Papa celebra que hayan podido participar a este evento todos los países de América, “ante los intentos de fragmentación y de enfrentar a nuestros pueblos”.
Y les recuerda a los participantes, que nos encontramos en medio a “una cultura fracturada, en una cultura que respira descarte”, que está “viciada por la exclusión de todo lo que puede atentar contra los intereses de unos pocos”. Que va dejando por el camino “rostros de ancianos, de niños, de minorías étnicas que son vistas como amenaza”.
Esa cultura al mismo tiempo, señala el Santo Padre “promueve la comodidad de unos pocos en detrimiento del sufrimiento de muchos” y que “no sabe acompañar a los jóvenes en sus sueños, narcotizándolos con promesas de felicidades etéreas y esconde la memoria viva de sus mayores”. Una cultura, aseguró que “ha desperdiciado la sabiduría de los pueblos indígenas y que no ha sabido cuidar la riqueza de sus tierras”.
“A esa sociedad, a esa cultura –exhorta el Papa en el videomensaje– el Señor nos envía” para llevar “el bálsamo de ‘su’ presencia”.
El Santo Padre citando la carta a Timoteo asegura que Pablo no anda con vueltas y dice que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores y que “en medio de nuestras múltiples caídas, Jesucristo nos vio, se acercó, nos dio su mano y nos trató con misericordia”. ¿A quién? , se pregunta Francisco, y responde: “A mí, a vos, a vos, a vos, a todos”.
O sea que Pablo llama doctrina segura a esto: “fuimos tratados con misericordia. Y es ese el centro de su carta a Timoteo”. Porque para Pablo, su relación con Jesús está sellada por la forma en que lo trató. “Lejos de ser una idea, un deseo, una teoría –e inclusive una ideología–, la misericordia es una forma concreta de ‘tocar’ la fragilidad, de vincularnos con los otros, de acercarnos entre nosotros”.
Advierte entretanto que “al ver actuar a Dios así, nos puede pasar lo mismo que al hijo mayor de la parábola del Padre Misericordioso: escandalizarnos por el trato que tiene el padre al ver a su hijo menor que vuelve.”, porque lo trató con ternura, porque lo hizo vestirse con los mejores vestidos estando tan sucio. “Escandalizarnos porque no lo castigó sino que lo trató como lo que era: hijo”.
El pontífice propone por lo tanto “un trato renovado, buscando que nuestra forma de vincularnos se inspire en la que Dios soñó”. Aseguró que “en esto se juega nuestra catequesis, nuestros seminarios” y también nuestra organización parroquial y nuestra pastoral”.
“Somos en teoría ‘misioneros de la misericordia’ y muchas veces sabemos más de ‘maltratos’ que de un buen trato. Por favor, se lo pido: Pastores que sepan tratar y no maltratar”, dijo.
Invitó por ello a aprender a tratar “a la gente que no se acerca a nuestras comunidades y que anda herida por los caminos de la historia esperando recibir ese trato de misericordia” y “a dar la mano a aquel que está caído sin miedo a los comentarios”.
El Papa concluye sus palabras recordando que el Jubileo Continental de la Misericordia “no es un congreso, un meeting, un seminario o una conferencia. Este encuentro de todos es una celebración: fuimos invitados a celebrar el trato de Dios con cada uno de nosotros y con su Pueblo”.
Por eso, creo que es un buen momento para que digamos juntos: «Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy, estoy otra vez para renovar mi alianza contigo.
Y concluye deseando “que este encuentro nos ayude a salir fortalecidos en la convicción de transmitir la dulce y confortadora alegría del Evangelio de la misericordia”.
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