, 23 Nov. 19 (ACI Prensa).-
El Papa Francisco dirigió este sábado 23 su primer discurso oficial en Japón durante el encuentro que tuvo con los obispos, a quienes alentó a seguir pastoreando la pequeña comunidad católica y afirmó que “proteger toda vida”, lema del viaje, “y anunciar el Evangelio no son dos cosas separadas”, sino que “se reclaman y necesitan”.
Francisco dijo estas palabras en la Nunciatura Apostólica ubicada en Tokyo, luego de escuchar el saludo del presidente de la Conferencia Episcopal del Japón y Arzobispo de Nagasaki, Mons. Joseph Mitsuaki Takami, quien recordó que este año la Iglesia local también celebra los 470 años de la llegada del santo jesuita San Francisco Javier y sus compañeros, que trajeron el cristianismo a este país.
Sin embargo, recordó el Prelado, en 1614 “comenzó una persecución que duró 260 años y muchos fueron martirizados”. Sin embargo, “durante ese tiempo y principalmente en la región de Nagasaki los creyentes mantuvieron su fe a su modo y la transmitieron a través del bautismo, la oración y la enseñanza”, relató.
Mons. Takami dijo que “en reconocimiento de este importante hecho histórico, el año pasado, iglesias y villas del área de Nagasaki fueron reconocidas como Patrimonio de la Humanidad”.
Estas palabras del presidente del Episcopado japonés fueron recogidas por el Santo Padre en su discurso. “Ustedes son una Iglesia viva, que se ha mantenido pronunciando el Nombre del Señor y contemplando cómo Él los guiaba en medio de la persecución”, les dijo, y recordó al jesuita San Pablo Miki, crucificado en febrero de 1597 junto a otros dos jesuitas y 23 franciscanos luego de ser forzados a caminar mil kilómetros desde Kioto a Nagasaki.
Así, tras compartir que desde joven quería ser misionero en Japón, Francisco invitó a los obispos a unirse en acción de gracias por a Cristo por todos los que durante siglos sembraron el Evangelio y sirvieron “al pueblo japonés con gran unción y amor; esta entrega le dio un rostro muy particular a la Iglesia nipona”.
Proteger toda vida
El Papa Francisco recordó a los obispos japoneses que este viaje apostólico que culmina el 26 de noviembre “está marcado por el lema ‘proteger toda vida’, que bien puede simbolizar nuestro ministerio episcopal”. “El obispo es aquel a quien el Señor llamó de en medio de su pueblo, para devolverlo como pastor capaz de proteger toda vida, lo que determina en cierta medida el escenario a donde debemos apuntar”, señaló.
“Proteger toda vida significa, en primer lugar, tener esta mirada contemplativa capaz de amar la vida de todo el pueblo que les fue confiado, para reconocer en él ante todo un don del Señor”, afirmó Francisco, y recordó que toda vida es “un don gratuito, por sobre otras consideraciones, válidas pero secundarias”.
“Proteger toda vida y anunciar el Evangelio no son dos cosas separadas ni contrapuestas: se reclaman y necesitan. Ambas significan estar atentos y velar ante todo aquello que hoy pueda estar impidiendo, en estas tierras, el desarrollo integral de las personas confiadas a la luz del Evangelio de Jesús”, expresó.
El Papa también les dijo que el hecho de que la Iglesia en Japón sea pequeña y los católicos una minoría, “esto no debe restarle valor a vuestro compromiso con una evangelización que, en vuestra situación particular, la palabra más fuerte y clara que pueden brindar es la de un testimonio humilde, cotidiano y de diálogo con otras tradiciones religiosas”.
El Papa señaló que visitará Nagasaki e Hiroshima para rezar “por las víctimas del bombardeo catastrófico de estas dos ciudades, y me haré eco de vuestros propios llamados proféticos al desarme nuclear”.
“Deseo encontrar a aquellos que aún sufren las heridas de este trágico episodio de la historia humana, así como a las víctimas del ‘triple desastre’”, de marzo de 2011, y que consiste en el terremoto de 9 grados que provocó un tsunami en la costa noreste del país, luego del cual ocurrió el accidente nuclear en Fukushima.
El Papa Francisco animó a encomendar “a la misericordia del Señor a los que han muerto, a sus familiares, y a todos los que han perdido sus casas y bienes materiales. Que no tengamos miedo a desarrollar siempre, aquí y en todo el mundo, una misión capaz de levantar la voz y defender toda vida como un don preciado del Señor”.
Realidad de la sociedad japonesa
En su discurso, el Santo Padre también abordó los “diversos flagelos que atentan contra la vida de algunas personas de vuestras comunidades, que están marcadas, por diversas razones, por la soledad, la desesperación y el aislamiento”.
Dijo que el aumento de suicidios, así como el “bulismo” (ijime), “y diversas formas de auto exigencia, están creando nuevos tipos de alienación y desorientación espiritual” que afectan especialmente a los jóvenes.
Francisco les pidió prestar “especial atención a ellos y a sus necesidades, busquen priorizar espacios donde la cultura de la eficacia, el rendimiento y el éxito se vea visitada por la cultura de un amor gratuito y desinteresado capaz de brindar a todos, y no sólo a los que ‘llegaron’, posibilidades de una vida feliz y lograda”.
El Papa les aseguró que “con su celo, ideas y energía, así como con una buena formación y bien acompañados, vuestros jóvenes pueden ser una fuente importante de esperanza para sus contemporáneos, y dar un testimonio vital de la caridad cristiana. Una búsqueda creativa, inculturada e ingeniosa del kerigma puede tener mucho eco en tantas vidas anhelantes de compasión”.
El Papa Francisco los estimuló a que, a pesar de ser pocos, busquen y fomenten “una misión capaz de involucrar a las familias y a promover una formación capaz de alcanzar a las personas allí donde estas se encuentren”.
“El punto de partida para todo apostolado nace del lugar donde las personas están en sus rutinas y quehaceres. Allí, tenemos que llegar al alma de las ciudades, de los trabajos, de las universidades para acompañar con el Evangelio de la compasión y la misericordia a los fieles que nos fueron confiados”, afirmó.
Finalmente, les dijo que como Sucesor de Pedro “quiere confirmarlos en la fe, pero también viene a tocar y dejarse renovar en las huellas de tantos mártires testigos de la fe; recen para que el Señor me regale esta gracia”.
Al término de su discurso, el Santo Padre respondió algunas preguntas de los obispos japoneses.
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