VATICANO, 29 May. 16 (ACI).-
El Papa Francisco instó hoy a miles de diáconos a estar disponibles en la vida, ser mansos de corazón y permanecer en constante diálogo con Jesús para servir a los más pobres y testimoniar a Cristo puesto que el servicio es el único camino para ser discípulo de Jesús.
Miles de diáconos participaron esta mañana en la Basílica de San Pedro de la Santa Misa que presidió el Papa Francisco en ocasión del Jubileo de los diáconos, uno de los eventos previstos del Año Santo de la Misericordia.
En la homilía que realizó, el Santo Padre aseguró que este ministerio es sinónimo de servicio al otro y recordó que “el que sirve no es esclavo de la agenda que establece, sino que, dócil de corazón, está disponible a lo no programado: solícito para el hermano y abierto a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios”.
Francisco comentó la lectura de San Pablo de la liturgia del día y afirmó que los términos apóstol y servidor “están unidos, no pueden separarse jamás; son como dos caras de una misma moneda: quien anuncia a Jesús está llamado a servir y el que sirve anuncia a Jesús”.
“El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro, sino que, si quiere anunciar, debe imitarlo, como hizo Pablo: aspirar a ser un servidor. Dicho de otro modo, si evangelizar es la misión asignada a cada cristiano en el bautismo, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es el que hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde, sin cansarse de la vida cristiana que es vida de servicio”.
Vivir la disponibilidad
El Papa aseguró que “el siervo aprende cada día a renunciar a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere. Si se ejercita cada mañana en dar la vida, en pensar que todos sus días no serán suyos, sino que serán para vivirlos como una entrega de sí”.
Porque “quien sirve no es un guardián celoso de su propio tiempo, sino más bien renuncia a ser el dueño de la propia jornada. Sabe que el tiempo que vive no le pertenece, sino que es un don recibido de Dios para a su vez ofrecerlo: sólo así dará verdaderamente fruto”.
“El siervo sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman fuera de horario, a costo de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece”.
El Santo Padre manifestó también que “Dios, que es amor, llega incluso a servirnos por amor: con nosotros es paciente, comprensivo, siempre solícito y bien dispuesto, sufre por nuestros errores y busca el modo para ayudarnos y hacernos mejores”.
“Estos son también los rasgos de mansedumbre y humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogerlos con amor paciente, comprenderlos sin cansarnos, hacerlos sentir acogidos, a casa, en la comunidad eclesial, donde no es más grande quien manda, sino el que sirve”.
“Cada uno de nosotros prosiguió Francisco- es muy querido por Dios, amado y elegido por él, y está llamado a servir, pero tiene sobre todo necesidad de ser sanado interiormente”.
“Para ser capaces del servicio, se necesita la salud del corazón: un corazón restaurado por Dios, que se sienta perdonado y no sea ni cerrado ni duro”, explicó.
Por eso, finalizó la homilía invitando a “rezar con confianza cada día por esto, pedir que seamos sanados por Jesús, asemejarnos a él”.
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[TEXTO COMPLETO] Homilía Papa Francisco en la Misa del Jubileo de los Diáconos https://t.co/0NHyU4nQoV
— ACI Prensa (@aciprensa) 29 de mayo de 2016
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