La Virgen María escucha, decide, actúa y se apresura a servir con amor, brindando lo más valioso que tiene, a su Hijo Jesús
(RV).- En la fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel resuenan las palabras que el Papa Francisco le ha dedicado en varias oportunidades a la Madre de Dios y Mamá nuestra. En especial, las que pronunció el 31 de mayo de 2013, algo más de dos meses después de su elección pontificia. Cuando concluyó el mes mariano, presidiendo el rezo del Santo Rosario en la Plaza de San Pedro.
En un atardecer marcado por una profunda y entrañable devoción y recogimiento, miles de personas acompañaron la oración del Obispo de Roma, mientras una imagen de la Virgen con el Niño en sus brazos era llevada en procesión, recibiendo las súplicas de los fieles.
En su meditación, el Papa Francisco señaló que María afronta el camino de su vida con gran realismo, humanidad y concreción, sintetizando en tres palabras la actitud de la Virgen: escucha, decisión y acción. Palabras que nos indican el camino también a nosotros, ante lo que el Señor nos pide en nuestra vida, con especial atención a los más necesitados.
En obediencia y caridad, subrayó el Santo Padre alentando a aprender a ser como la Madre de Dios. A ir contracorriente como Ella: en la Anunciación, en la Visitación, en las Bodas de Caná. Por amor salió de sí misma, para llevar a Jesús, recordó el Papa que concluyó su meditación con un ruego a María que nos ayude a testimoniar a Cristo y su Evangelio en el mundo de hoy:
«María, mujer de la escucha, abre nuestros oídos; haz que sepamos escuchar la Palabra de tu Hijo Jesús entre las mil palabras de este mundo; haz que sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos, especialmente aquella que es pobre, necesitada, en dificultad.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús, sin titubeos; dónanos el coraje de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida.
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan "sin demora" hacia los otros, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, en el mundo la luz del Evangelio. Amén».
(CdM – RV)
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