El que sirve renuncia a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere

REFLEXIONES EN FRONTERA, jesuita Guillermo Ortiz

Discípulo de Jesús y servidor son dos caras de la misma moneda dijo el Papa el 29 de mayo, Jubileo de los diáconos: “El servidor aprende cada día que tiene que renunciar a disponer todo para sí y a disponer de sí como quiere. Si se ejercita cada mañana en dar la vida, en pensar que todos sus días no serán suyos, sino que serán para vivirlos como una entrega de sí. En efecto, quien sirve no es un guardián celoso de su propio tiempo, sino más bien renuncia a ser el dueño de la propia jornada. Sabe que el tiempo que vive no le pertenece, sino que es un don recibido de Dios para a su vez ofrecerlo: sólo así dará verdaderamente fruto”.

Disponible a lo no programado, a las sorpresas de Dios. “El que sirve no es esclavo de la agenda que establece –afirmó Francisco-, sino que, dócil de corazón, está disponible a lo no programado: solícito para el hermano y abierto a lo imprevisto, que nunca falta y a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios. El servidor está abierto a las sorpresas, a las sorpresas cotidianas de Dios. El servidor sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman fuera de horario, a costo de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece. El servidor se desentiende de los horarios”.

 


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