Embarazo, aborto espontáneo y provocado: su influencia en la salud y en la mortalidad de las madres

Varios estudios han analizado la posible relación entre el historial de embarazos, abortos espontáneos y abortos provocados y el riesgo de sufrir determinados trastornos, así como las tasas de mortalidad en determinadas poblaciones de mujeres.

Una revisión sistemática, muy robusta estadísticamente, ha tratado de aglutinar estos estudios con el fin de extraer conclusiones representativas sobre la incidencia de los abortos, tanto espontáneos (“miscarriage”) como provocados (“terminations of pregnancy” (TOP))- en la frecuencia de aparición de determinados problemas de salud y tasas de mortalidad subsiguiente en las mujeres que han experimentado un embarazo, así como la posible relación entre el número de embarazos no finalizados y el incremento de estos riesgos en una misma mujer.[1]

El estudio ha seleccionado un total de 68 trabajos que han relacionado la tasa de embarazos que acaban en nacimientos y los que terminan en aborto, con la prevalencia de trastornos y mortalidad en las mujeres afectadas.

Del análisis de los datos ofrecidos en los diferentes trabajos seleccionados, los autores extraen la conclusión de que puede establecerse una correlación entre abortos, tanto espontáneos como provocados, e incremento en el riesgo de muerte o la aparición de determinados trastornos en las mujeres analizadas. Además, este riesgo parece ser dosis-dependiente, siendo significativamente mayor en aquellas mujeres que han tenido dos o más pérdidas en embarazos previos.

Mayor riesgo de muerte tras un aborto provocado

El riesgo de muerte durante el embarazo y en el año posterior al aborto se compara con el de aquellas mujeres que han dado a luz a un hijo vivo. En las mujeres que han sufrido un aborto provocado (TOP) este riesgo es un 170 % mayor respecto de las que han dado a luz a un hijo vivo. El riesgo es un 84 % mayor respecto de los partos a término en el caso de abortos espontáneos. Es decir, la pérdida de un hijo tras un aborto provocado presenta el doble de riesgo de muerte en el año posterior al mismo respecto del de un aborto espontáneo.

La comparación de los grupos de mujeres que han sufrido abortos, espontáneos o provocados, con el de las que han dado a luz a hijos vivos, resulta también reveladora. Este metaanálisis muestra que la mortalidad de las mujeres que han sufrido un aborto, espontáneo o provocado, es más del doble de la de aquellas que han tenido un hijo vivo. Una vez más, el riesgo que presentan las mujeres que sufren un aborto provocado es netamente superior al del grupo que ha sufrido abortos espontáneos.

Algunas de las causas de muerte en estas mujeres son suicidio, accidentes u homicidios. Existe una correlación entre aborto e incremento en la aparición de conductas autodestructivas, que pueden estar detrás de las causas de muerte mencionadas. En un estudio realizado en el Reino Unido, se revela que un elevado porcentaje de muertes accidentales relacionadas, eran debidas a sobredosis de drogas.

Un resultado revelador de este metaanálisis es el efecto “protector” que tienen los embarazos a término respecto del riesgo de muerte, pues la mortalidad es inferior en las mujeres que han sido madres respecto de las que no han tenido embarazos.

En cuanto a la posibilidad de una relación del número de abortos por mujer con su tasa de mortalidad posterior, este estudio muestra lo siguiente: El ratio de tasa de mortalidad en mujeres que han tenido 3 o más abortos provocados es de 2.92 respecto del grupo de referencia correspondiente a mujeres que no han sufrido ninguno. Para dos abortos es de 2.14, siendo de 1.45 en el caso de un solo aborto. Estos datos son superiores a los del grupo de mujeres que han sufrido abortos espontáneos, que son, respectivamente de 2.51, 1.87 y 1.44.

En el caso de las mujeres que han dado a luz a hijos vivos, el riesgo es menor con respecto a las que no han quedado embarazadas, con ratios de 0.69 para las madres de 3 o más hijos, y 0.54 para las de dos. No existen datos estadísticamente significativos para las madres de un solo hijo.

Los autores revelan la dificultad para encontrar estudios que relacionen el riesgo de mortalidad subsiguiente a la práctica de abortos, manifestando que los esfuerzos por legalizar y extender las prácticas abortivas pueden estar dificultando la investigación y publicación de estudios que traten de establecer esta relación.

Por último, las mujeres que son coaccionadas para practicar un aborto tienen un mayor riesgo de padecer serias complicaciones, incluidas las tendencias auto-destructivas. Las cifras de suicidios, que son menores en las mujeres que han dado a luz, se disparan especialmente en aquellas que han sufrido abortos provocados, tal como muestra esta revisión.

Causa-efecto entre aborto provocado y diversos problemas de salud

El establecimiento de una relación causa-efecto entre aborto provocado y diversos problemas de salud en las mujeres que lo padecen ha sido establecida en estudios previos.[2] La presente revisión sistemática analizada extiende el análisis hacia las tasas de mortalidad relacionadas con el aborto, y lo hace con una alta fiabilidad estadística por lo que sus conclusiones deberían tenerse en cuenta tanto a la hora de evaluar la necesidad de procurar una atención específica a las mujeres que han sufrido un aborto con el fin de prevenir los efectos indeseables que se detallan en este trabajo, como en la información que debe facilitarse a las mujeres y personal médico implicados en las prácticas abortivas.

Las consecuencias, especialmente negativas en casos de abortos provocados de repetición, deberían hacer reflexionar tanto a la comunidad científica, como a los organismos reguladores, acerca de las nefastas consecuencias del aborto, que más allá de procurar la muerte de un inocente, multiplica los riesgos para la salud y la vida de las mujeres que lo practican. Esta información debe facilitarse indefectiblemente a las mujeres que abortan con el fin de que puedan ejercer su derecho de autonomía conociendo las consecuencias de sus decisiones, hoy no bien informadas o directamente omitidas en la información suministrada.

Debe subrayarse también la evidencia mostrada en este trabajo acerca del efecto protector que tienen los embarazos a término sobre la salud y la esperanza de vida de las mujeres, tanto respecto de las que no tienen hijos como de las que sufren abortos.

Julio Tudela

Instituto de Ciencias de la Vida

Universidad Católica de Valencia

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