VATICANO, 20 Ago. 19 (ACI Prensa).-
Actuar en los países de origen de las migraciones, actuar en los países vecinos y abrir vías legales para que los migrantes no tengan que recurrir a las mafias de tráfico de personas. Esas son las tres etapas que constituirían la solución al drama de los migrantes y refugiados en el Mediterráneo, según el sacerdote eritreo afincado en Roma, P. Mussie Zerai.
Este sacerdote, Coordinador europeo de los católicos de Eritrea, es conocido por su firme compromiso con los migrantes y refugiados que arriesgan sus vidas en las aguas del Mediterráneo para alcanzar las costas europeas.
El P. Zerai tiene siempre un número de teléfono habilitado para los migrantes que se encuentren en situación extrema en aguas del Mediterráneo. De esa manera, traslada los avisos de emergencia a salvamento marítimo para el rescate de las personas, lo que ha permitido salvar la vida a más de 150 mil personas.
Con motivo de la crisis del barco “Open Armas”, que desde hace días se encuentra fondeado frente a la isla italiana de Lampedusa con más de 100 migrantes y refugiados a bordo, rescatados cuando se encontraban a la deriva en el Mediterráneo, sin permiso para desembarcar, el P. Zerai explicó, en declaraciones a ACI Prensa este martes 20 de agosto, que, en primer lugar “hay que ir a la raíz del problema”.
Esa primera etapa implicaría actuar en los países de origen de los migrantes. Se trata “de resolver las causas de este drama que es el éxodo de personas”, y “buscar una solución a largo plazo”.
La segunda etapa implica actuar en los países vecinos, “ya que cuando huyen, adonde primero van es a los países vecinos. Si conseguimos protegerlos mejor en los países vecinos, el 90% de las personas se quedaría allí, se quedaría donde haya oportunidades de trabajo, de estudio, de condiciones de vida dignas”.
Por último, la tercera etapa consiste en “abrir canales legales, como el corredor humanitario iniciado gracias a Sant’Egidio, a la Iglesia Valdese…, también a la Conferencia Episcopal Italiana, Cáritas”.
Se trata de una iniciativa que ha permitido que cientos de migrantes y refugiados puedan llegar a Italia y otros países europeos por vía aérea de forma totalmente legal, con todas sus necesidades cubiertas y sin necesidad de depender de las mafias.
Sin embargo, ese corredor humanitario, en opinión del P. Zerai, “es un pequeño paso”. Es necesario que iniciativas similares las asuman los Estados. “Si lo hiciesen los países de la Unión Europea con un proyecto mucho más consistente para dar oportunidad de acceso legal a las personas que tienen necesidad de protección, muchas personas no se sentirían empujadas por la desesperación a las manos de los traficantes, arriesgando la vida en el desierto y en el mar”.
Soluciones frente a muros
En opinión del P. Zerai, “la comunidad internacional no afrontó la situación de forma adecuada, yendo a las raíces del problema”.
De hecho, lamentó que “la Unión Europea trató de erigir muros, físicos o por medio de leyes, como ahora con el cierre de puertos, o mediante acuerdos bilaterales, como los adoptados por medio del Proceso de Jartum, sólo para crear obstáculos a quien estaba huyendo de sus países por diferentes razones: por hambre, por la guerra, por persecuciones políticas, étnicas, religiosas”.
El Proceso de Jartum al que hizo referencia se aprobó en noviembre de 2014 en África y supuso la apertura de un diálogo entre los países de la Unión Europea y del Cuerno de África sobre migraciones y movilidad.
“No se ha buscado resolver el problema que está provocando la fuga de estas personas. Por el contrario, se han gastado recursos, millones de euros. Incluso la Unión Europea ha financiado a 28 países que han formado parte del Proceso de Jartum sólo para levantar muros, no para resolver el problema, no para proteger a las personas”.
Según denunció, “eso está causando un aumento del número de muertos. Quizás no los vemos, pero continúan muriendo en el desierto, continúan muriendo en las cárceles, en los muchos centros de detención, continúan muriendo en el mar. Primero moría uno de cada dieciocho, ahora están muriendo uno de cada seis”.
Por lo tanto, “no es cierto que las muertes hayan disminuido, los muertos han aumentado, solo que no los vemos. No hay barcos que socorran en el mar cerca de las costas libias, por lo que nadie puede contar lo que está sucediendo”.
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