
“Aquí soy un 'simple misionero', sin otros títulos, al servicio pastoral de la comunidad de Kofele, dirigida por el padre capuchino Bernardo Coccia. Además de la comunidad en el centro de Kofele, hay algunas otras comunidades que hay que seguir pastoralmente, alguna muy al inicio. Se trata de las ‘plantatio ecclesiae’ entre una población mayoritariamente musulmana y de religión tradicional. Llegué aquí el 10 de septiembre, y el 29 del mismo mes, el padre Bernardo partió para Italia, donde permanecerá durante unos dos meses. Así que estay solo con un hermano capuchino, para seguir la vida pastoral, por supuesto con la ayuda del Prefecto Apostólico Padre Angelo Antolini.
Me he esforzado para aprender la lengua Oromo, que ya puedo leer bastante bien, y para la predicación y la catequesis utilizo el Inglés, que traduce un catequista. Desde hace tres semanas he abierto una escuela para catequistas y catecúmenos, que es frecuentada asiduamente.
Inspirado por Charles de Foucauld, he empezado junto con las religiosas y los fieles, la adoración eucarística, con la intención de hacer llegar a todos, con nuestras oraciones de adoración, el influjo del amor misericordioso de Jesús y su poder salvífico”, concluye el Padre Antonio.
El grupo de obispos eméritos que, al terminar por razones de edad su servicio en una iglesia local, siguen activos en las comunidades cristianas desempeñando su papel como párrocos, vice-párrocos o misioneros en tierras lejanas, parece destinado a crecer, hasta el punto de ser un punto de atención en el CELAM .
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